La necesidad de valorar y proteger el trabajo que durante años llevan haciendo los agricultores
17 de enero de 2012
“A los consumidores nos han reeducado hacia los intereses de las grandes empresas productoras y comercializadoras basadas en un modelo de consumo donde se recorren grandes distancias”, comentó Marta Ribó, de Llavors d'Açí, en la Jornada 'Biodiversidad agrícola y soberanía alimentaria', celebrada el pasado día 13 de enero en Valencia.
Ella, al igual que el resto de ponentes coincidieron en la necesidad de valorar y proteger el trabajo que durante años llevan haciendo los agricultores. “Las variedades tradicionales son una herencia de nuestros antepasados, que mediante un minucioso trabajo de domesticación y selección en el campo y en la mesa, han pasado a formar parte de nuestra cultura. Cuidar este patrimonio es nuestra obligación, es una cuestión de ética”, afirmó Ribo.
José Esquinas durante la jornada.
Una ética a la que también aludió José Esquina –técnico que trabajó en Naciones Unidas, en la FAO durante 30 años en recursos genéticos, biodiversidad agraria, cooperación internacional y ética para la agricultura y la alimentación–, refiriéndose a la responsabilidad moral y política de actuar para proteger la biodiversidad genética agrícola y de esta forma contribuir a erradicar el hambre. “Cada día mueren como consecuencia del hambre y la malnutrición en el mundo 40 mil personas. Ese mismo día estamos utilizando en el mundo en armamento 4 mil millones de dólares. Por otra parte se dan una serie de paradojas: el número de obesos es desde 2005 superior al de hambrientos. Y por otra parte, el hambre no es consecuencia de la falta de alimentos”, manifestó Esquinas.
Una lucha por la biodiversidad y el acceso a los alimentos que, para los tres ponentes, pasa por la soberanía alimentaria. Por eso, coincidieron en la importancia de conservar las semillas y de fomentar actividades como el intercambio de semillas que llevan a cabo asociaciones como Llavors d'ací o Sobal.