¿Cómo medir la capacidad de adaptación de los países mediterráneos al cambio climático?
13 de abril de 2011
La progresiva degradación del clima en el área geográfica de la cuenca mediterránea ajustará las cuentas en mayor o menor grado tanto a sus habitantes como al medio ecológico que lo rodea y que conforma su hábitat milenario. Graves riesgos para los recursos hídricos de esta región están contemplados, y por descarte, todo el sector de la agricultura será uno de los más afectados.
Por lo tanto, las políticas públicas, serían en este caso, uno de los elementos cruciales en la adaptación a esta fuerte alteración climática que se espera en las próximas décadas. Así, lo estableció un grupo de investigadores del Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riegos Agrarios y Medioambientales (Ceigram) y la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos (Etsi) de la Universidad Politécnica de Madrid, liderado por las profesoras Ana Iglesias Picazo y Esperanza Luque Merelo.
En este sentido, este grupo ha enfocado su estudio en el análisis de la escasez de agua causada por el cambio climático, así como en los posibles impactos de este fenómeno, y como aportación muy interesante han investigado los factores sociales y físicos que limitan y reducen la adaptación del hombre a estos cambios negativos en la climatología del sur de Europa y del norte de África. Entre los graves riesgos que el grupo de Iglesias Picazo ha identificado en la zona, se encuentra el probable desequilibrio entre la menor oferta y la mayor demanda por el líquido elemento, así como una hipotética conflictividad por el uso del agua y mayores apuros por sequía para la producción agraria en general, así como evidentemente para los distintos ecosistemas y la biodiversidad mediterránea.
La mayor contribución que ha logrado este equipo madrileño es poder calcular un ‘Índice de Capacidad de Adaptación’ que mide la capacidad de un sistema (digamos, socioeconómico o sociopolítico) para ajustarse al cambio climático con el fin de moderar el efecto de estos impactos nocivos y darle una “vuelta de tuerca” a la situación para aprovecharse de las oportunidades que estos cambios pudieran generar. El índice es aplicable asimismo, bajo dos escenarios ‘SRES’ de cambio climático, el B2 que tiene un mayor énfasis en las políticas de aspectos regionales y el A2, centrado en el mayor crecimiento económico y demográfico haciendo un mayor énfasis en la globalización.
Este ‘Índice de Capacidad de Adaptación’ toma en cuenta principalmente elementos como la capacidad económica, los recursos naturales y cívicos, y la innovación agraria para medir la fuerza de adaptación agrícola en el Mediterráneo con el fin de ayudar a diseñar políticas que reduzcan la vulnerabilidad del sector ante el cambio climático.
Ana Iglesias Picazo, en sus conclusiones del estudio, señala que las mejores políticas públicas que pudieran ejecutarse, o al menos las más recomendables actualmente, pasarían obligatoriamente por una gran coordinación entre todas las instituciones regionales, nacionales e internacionales que puedan actuar en planes de gestión hidrológica que incorporen proyecciones climáticas a mediano y largo plazo. Vital sería asimismo, explica Iglesias, una mayor financiación para la investigación de soluciones que vayan cada vez a mejor. “En esto el Ceigram, tendrá una contribución clave”, recordó.
Los países mediterráneos y su papel ante la crisis climática
Los investigadores en esta fase han obtenido resultados para el sector agrícola de seis países de la cuenca: España, Egipto, Francia, Libia, Marruecos y Túnez. Según los resultados obtenidos, Francia y España serían los países con mayor capacidad de adaptación, mientras que las cuatro naciones magrebíes arrojaron resultados más bajos. El análisis efectuado demuestra en qué grado los componentes socio económicos tomados en cuenta en esta oportunidad por el Índice son los responsables en gran medida de las variaciones nacionales y hasta regionales en la carrera por su adaptación casi darwiniana al clima que se espera en el futuro.
Por esta razón, y en aras de una metodología transparente, prosiguió la investigadora madrileña, se basaron en datos contrastados para analizar lo que a priori podía resultar obvio. “Con ello se asegura que la comparación entre países está basada en criterios objetivos y no incorpora juicios de valor, lo que ocurriría de no usarse una metodología clara. Las Naciones Unidas, por ejemplo, invierten grandes recursos al año para evaluar su informe de Índice de Desarrollo Humano”, acotó Ana Iglesias.
“El Índice, entonces, mide las tendencias y las disparidades entre naciones de forma que los criterios subjetivos no lo pueda hacer de ninguna manera, y por lo tanto, permite tomar decisiones. Ocurre que países menos desarrollados económicamente cuentan con una mayor coordinación institucional que otros”, aseguró.
Aportaciones del estudio y planes de futuro
La aportación clara y atractiva de este estudio se centra en la capacidad para determinar los sectores prioritarios en el desarrollo de políticas para su adaptación tanto a nivel local como regional, lo que evidencia un especial interés en el área agrícola mediterránea que, en el presente, ya comienza a sufrir la escasez de recursos hídricos. “La identificación de los sectores más vulnerables dentro de los sistemas mediterráneos ayudará a fortalecer la agricultura ante los impactos del cambio climático”, agregó Iglesias.
Entre los planes que esta investigadora y Ceigram tienen agendados próximamente se encuentran proyectos de investigación del Programa Marco de la UE relacionados con cambio climático como el ‘ClimateCost’ sobre evaluación económica de los impacto del mismo, el ‘Circe’ sobre cambio climático en la región Mediterránea y el ‘Dewfora’ sobre la gestión de sequías en África. Igualmente, anuncia que tiene un proyecto de investigación para el MARM relacionado con el cambio climático en la agricultura, recursos hídricos y costas (Arco).
Naturaleza y objetivos del Ceigram
Ceigram es el único centro en la Unión Europea concebido como centro mixto de investigación orientado a la gestión de los riesgos agrarios y medioambientales. Su objetivo de responder al reto de la sostenibilidad, y propicia numerosas líneas de trabajo y proyectos que desarrolla el centro. Entre otras áreas, se trabaja en la gestión sostenible del agua, la conservación de suelos, la mitigación del cambio climático, la captación de CO2, la huella hídrica y comercio de agua virtual, los indicadores de sostenibilidad y el nexo agua-energía.
Creado en 2007, Ceigram es un centro mixto de investigación de la Universidad Politécnica de Madrid, la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (Enesa, Organismo Autónomo del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino) y Agromutua-Mavda (entidad aseguradora privada en el sector agrario).
Ceigram asesora a gobiernos, a la Comisión y Parlamento Europeo y a otros organismos internacionales, como la FAO o la OCDE, para mejorar las políticas de gestión de riesgos. Por su naturaleza pluridisciplinar, el centro también aborda investigaciones sobre el clima, los riesgos, y la vulnerabilidad, estabilidad y supervivencia de las explotaciones agrarias en países desarrollados y no desarrollados.