Descubrimos una de las cooperativas más exitosa del oeste de Canadá: Innisfail Growers
Un recorrido por el éxito del cooperativismo agroalimentario en Canadá
Con el objetivo de aprovechar el potencial conjunto de la agricultura familiar, la cooperativa Innisfail Growers nació en 1993 en el oeste de Canadá. Un modelo peculiar en el que cada uno de sus 5 miembros se especializa en unos cultivos concretos para no competir entre sí, sino cooperar para adaptarse a un clima y a unas condiciones económicas cada vez más complejas. Así nos lo explicó su fundador, Rod Bradshaw: “Directamente del campo a la mesa, sin intermediarios, así trabajamos”.
A principios de julio, Interempresas tuvo la oportunidad de conocer Canadá de la mano de la International Federation of Agricultural Journalists (IFAJ). Gracias a su Congreso Anual, pudimos realizar diferentes 'tours' por Alberta, la zona más rural y con más importancia agrícola de todo el país, y así entender mejor cómo funciona este sector en Canadá.
Uno de los 'tours' más interesantes nos permitió conocer en profundidad el mundo cooperativista canadiense, bastante diferente al español. Para ello, nos desplazamos al oeste del país, a Alberta, una provincia que tiene una superficie de 661.848 km2 cargada de montañas, praderas, bosques y terrenos agrícolas. Aunque su historia la ha caracterizado la agricultura, desde hace décadas su mayor fuerte lo encontramos en la extracción de petróleo. Tanto es así que Alberta produce aproximadamente el 70% del petróleo y del gas natural de todo el país, lo que ha posicionado a la provincia como una de las zonas de mayor crecimiento económico de América del Norte.
Pero volviendo a la agricultura, Alberta cuenta con más de 200 millones de hectáreas de área agrícola y ganadera en las que se encuentran alrededor de 40.600 explotaciones. Y es que Alberta es uno de los líderes mundiales en la producción de legumbres secas (algarrobas, lentejas, garbanzos y judías) y de colza, trigo y cebada. Además, es el mayor productor de carne de todo el país.
Con una industria tan potente, ¿qué papel juegan las cooperativas? Lo descubrimos.
¿Cómo funciona una cooperativa?
Para entender el funcionamiento de algunas cooperativas en Canadá, primero hay que tener claro cómo funcionan en España. Las cooperativas son sociedades constituidas por personas que se asocian para la realización de actividades empresariales con una estructura y funcionamiento democrático. Son las empresas de los propios agricultores y ganaderos, es decir, pertenecen a sus miembros, quienes las controlan y las dirigen para obtener una serie de beneficios, como alcanzar un poder de negociación y una competitividad que les sería muy difícil conseguir de forma individual.
Pero uno de sus puntos más importantes es que las cooperativas no se deslocalizan y permiten que sus miembros tomen el control de sus economías presentes y futuras. Como no son propiedad de accionistas o de terceros, sus beneficios revierten tanto en las personas asociadas como en el territorio en el que las cooperativas están establecidas, manteniendo un medio rural vivo.
Además, en las cooperativas agroalimentarias, los agricultores y/o ganaderos ponen en común sus recursos para lograr sus objetivos, que suelen ser la comercialización en común de las producciones de los socios.
Con esta información en mente, es importante entender que existen 2 tipos de cooperativas en el sector agroalimentario en España: las cooperativas de servicios agrícolas –que proveen varios servicios a sus miembros individualmente– y las cooperativas de explotación comunitaria de la tierra (o de producción agrícola) –en las que los recursos productivos (ya sean tierras o maquinaria) se ponen en común y los miembros trabajan conjuntamente–.
En Canadá, sin embargo, los tipos de cooperativa agrícola se pueden clasificar a grandes rasgos como de suministro, comercialización, producción o servicios, según la actividad en la que se genere el 50% o más de sus ingresos totales.
El cooperativismo en Canadá y en España
En muchos países, las cooperativas son una práctica común, un modelo conocido y extendido. Sin embargo, aunque Canadá cuenta con más de 1.200 cooperativas agrícolas –con alrededor de 500.000 miembros, un 20% del mercado agrícola nacional–, no son un tipo de negocio especialmente anhelado.
Si lo comparamos con España, un país mucho más pequeño en terreno, Cooperativas Agro-Alimentarias de España señala que contamos con más de 3.600 empresas cooperativas que generan alrededor de 38.500 millones de euros anuales y congregan a más de 1 millón de socios.
La facturación directa total del cooperativismo agroalimentario español equivale al 68% del valor de la Producción Final Agraria y al 28% del valor de las ventas de nuestra industria alimentaria. Además, las cooperativas agroalimentarias dan empleo directo a 123.700 personas, la mayor parte en el medio rural, lo que las convierte en un motor económico, social y cultural de las zonas menos pobladas de nuestro país.
Con todos estos datos, queda claro que ambos países parecen perseguir los mismos objetivos cuando hablamos de cultura cooperativista: obtener beneficios económicos que, por sí solos, los socios no podrían obtener.
La explotación Beck Farms ha ampliado su oferta a lo largo de los años y ahora también cultiva coles, remolachas, eneldo, pimientos, berenjenas y conservas.
El éxito de Innisfail Growers: no competir internamente
Siguiendo este objetivo, en Alberta no existen demasiadas cooperativas, pero las que hay, funcionan. El mayor modelo de éxito lo corona la cooperativa Innisfail Growers, compuesta por 5 familias de agricultores que producen lo que ellos definen como “alimentos sanos y sostenibles para nuestras comunidades”. Todas sus instalaciones están situadas en el centro de la provincia, justo al sur de Red Deer y a medio camino entre Edmonton y Calgary, la capital y la ciudad más importante, respectivamente.
Innisfail Growers, creada en 1993, está formada por Beck Farms, Edgar Farms, Upper Green Farms, The Jungle Farm y Hillside Greenhouses. Cada una de ella cultiva distintos alimentos y su clave es, precisamente, que no pueden competir entre ellos. Así nos lo explicó Leona Staples, gerente de The Jungle Farm, cuando visitamos sus instalaciones: “Aunque vendemos los productos en el mercado todos juntos, cada miembro de la cooperativa debe producir cosas distintas”.
En The Jungle Farms son conocidos por sus fresas pero también por otros cultivos de invernadero.
De esta manera, aunque los productos se venden bajo el paraguas de Innisfail Growers, cada una de los 5 productores utiliza su propio logo y es dueño de su producción. Por lo tanto, gana dinero por lo comercializado en los mercados. Del total vendido, cada cooperativa puede acceder a un máximo del 65%. El 35% restante va a un fondo común desde el cual se sustentan gastos generales como el alquiler del espacio en el mercado o el sueldo de algunos trabajadores contratados. El dinero común, a final de año, se reparte entre las 5 familias con el objetivo de que la cooperativa no sea dueña de absolutamente nada y de que cualquier miembro pueda abandonar el negocio cuando lo desee.
Pero este reparto no es equitiativo, depende de las ventas de cada socio. Así, la cooperativa está formada por 5 socios, cada uno de los cuales posee 2 acciones (10 en total). A final de año, cada socio muestra sus resultados y se reparten los beneficios. Así, si un socio ha logrado el 50% de las ventas de la cooperativa, el 50% de las ganancias son suyas. “Ningún socio pone dinero si a otro le ha ido mal, pero todos perdemos cuando, por ejemplo, un cultivo no se ha cosechado porque la inversión común se pierde”, nos aclaró Rod Bradshow, fundador original de la cooperativa.
Con todo, formar parte de este modelo de negocio cuesta 100 dólares canadienses al año, una cantidad más bien simbólica pero con la que los fundadores quieren mantener un modelo cerrado de integración. Y es que pertenecer a Innisfail Growers solo se puede lograr mediante la invitación de uno de los miembros. ¿Por qué? “Para mantener un negocio ordenado y controlado”, señaló Bradshow.
Siguiendo esta importante norma, Beck Farms se especializa en el cultivo de zanahorias, aunque también trabajan con pimientos, berenjenas, col, remolacha, eneldo o conservas; Edgar Farms apuesta por cultivos menos tradicionales de la zona como espárragos, guisantes o judías; Upper Green Farms produce única y exclusivamente patatas; The Jungle Farm son conocidos por sus fresas, aunque también cultivan lechugas, calabazas y otros cultivos de invernadero; y Hillside Greenhouses, su último miembro, se especializa en producir verduras para elaborar salsas, aderezos e incluso palomitas de maíz.
Cuando los dueños de Beck Farms, Rod y Shelley Bradshaw, fundaron la cooperativa hace 30 años querían ofrecer un producto de valor añadido y dar salida a los cultivos que trabajaban en determinados meses helados: “Estamos en una zona agrícola complicada, con meses de invierno muy duros donde las temperaturas hacen muy difícil cultivar productos y venderlos todo el año, por lo que necesitábamos una nueva estrategia. Sabíamos que nuestros vecinos, por ejemplo, tenían mucha más variedad de cultivos que nosotros, así que teníamos que ofrecer algo distinto. Hablamos con algunos agricultores de alrededor, les interesó la propuesta cooperativista, trabajamos en nuestra estrategia de no competencia interna y apostamos por los Farmers Markets para comercializar nuestros productos”, nos explicó Bradshaw.
“Lo que buscábamos era ofrecer productos frescos directamente del campo para que la gente pudiera saborear la diferencia de los alimentos de proximidad y creo que lo hemos logrado”, afirmó el fundador. Y debe tener razón, porque actualmente se pueden encontrar los productos de Innisfail Growers todo el año en más de 20 mercados de todo el país.
Pero no todo es fácil: “Como cultivamos todo lo que vendemos en nuestras granjas, solo ofrecemos productos de temporada. Eso hace que debamos trabajar con varios cultivos para tener siempre un producto en el mercado, aunque también ofrecemos líneas de conservas, aperitivos, comidas precocinadas o tartas, todo elaborado con ingredientes propios”.
Este modelo cooperativista ha permitido que cada socio plante los cultivos que mejor se adaptan a sus terrenos, utilizando los suelos de la forma más rentable posible y teniendo acceso a tecnología, a formación y material genético que, de forma individual, sería imposible.
“Este modelo de negocio nos permite compartir gastos y dividir riesgos, diversificar nuestra producción y ser responsables con nuestro negocio y con nuestra sociedad. No solo estamos aquí para ganar dinero, también para aportar mejoras en nuestro entorno. Por ello, creemos firmemente en la transparencia y ofrecemos experiencias para que todo aquel que quiera se acerque y conozca de primera mano cómo trabajamos. Estamos orgullosos de lo que hacemos y así queremos transmitirlo”, concluyó Leona Staples, educadora y agricultora de cuarta generación en The Jungle Farm.