Todos contentos..., de momento
26 de noviembre de 2010
El pasado día 18 de noviembre el comisario Ciolos presentó a la comisión de agricultura del Parlamento Europeo su comunicación con las orientaciones fundamentales para la futura reforma de la PAC. Lo sorprendente de esta comunicación es que ha suscitado el aplauso de todos los grupos parlamentarios. Los nuevos Estados Miembros felicitaron al comisario por su audacia al plantear una redistribución de las ayudas y el fin de las referencias históricas. Francia y Alemania se congratularon por lo contrario ya que comparten con el comisario que tampoco sería bueno acometer una revolución y poner patas arriba la PAC actual alterando sustancialmente la distribución de los fondos.
Los ecologistas también aplaudieron al comisario, que calificaron de persona comprometida con el medio ambiente y consideraron a la comunicación como un gran paso en pos de la sostenibilidad. En la dirección opuesta se manifestaron los eurodiputados italianos, que también agasajaron con elogios al comisario por entender que la comunicación apuesta por la mejora de la competitividad, el refuerzo de la investigación y la innovación, elementos que van a colocar a la agricultura y al sector agroalimentario europeo en el lugar que les corresponde. Incluso el controvertido Bové, conocido por su cruzada particular antiglobalización, no escatimó alabanzas a favor del comisario por entender que, al fin, se iban a tener en cuenta a los pequeños agricultores en la PAC.
Tan solo algunos diputados insinuaron ciertas dudas y demandaron más concreción al comisario. Unos pedían más aclaraciones sobre lo que considera el comisario debe ser un refuerzo de los mecanismos de gestión de mercado a fin de combatir los efectos de una volatilidad creciente. Otros le preguntaron cómo pensaba combatir el desequilibrio existente en la cadena agroalimentaria. Finalmente, los más osados se atrevieron a preguntar al comisario con qué presupuesto iba a contar para poder sufragar todas las orientaciones planteadas en su comunicación.
Pero el comisario salió airoso de todas estas cuestiones advirtiendo que no se podía pedir concreción a una Comunicación cuyo objetivo era, únicamente, plantear orientaciones para el debate y ese, el debate, le corresponde a otros; al Parlamento, al resto de instituciones comunitarias, al sector y, por supuesto, a los representantes de la sociedad europea. En cuanto al presupuesto de la PAC, Ciolos reconoció que no era competencia suya y que sus propuestas tenían como objetivo legitimar la PAC con el fin de que ésta obtuviese el respaldo social imprescindible para alcanzar el beneplácito político y así, estar en condiciones de contar con un presupuesto a la altura del carácter estratégico de este sector. Lo que no dijo el comisario es que la legitimidad o ilegitimidad de la PAC es una consecuencia de las propuestas que la Comisión presentó en su día (por cierto, en contra del sector, que ya presagiaba lo que hoy lamenta el comisario), propuestas que finalmente aprobó el consejo tras haber recibido el dictamen preceptivo del Parlamento Europeo. En cualquier caso, agua pasada, pero que pone de manifiesto la fragilidad de la memoria de nuestras instituciones y la ausencia de autocrítica. En conclusión, de momento todos felices y contentos. Todo el mundo se ve reflejado en la foto.
Todos consideran que este comisario les ha escuchado y ha tenido en cuenta sus consideraciones. Pero yo me pregunto ¿qué pasará en julio cuando estas orientaciones se tengan que convertir en propuestas legislativas concretas, cuando el comisario tenga que establecer prioridades y poner cifras a lo que hoy son solo orientaciones?. ¿Qué ocurrirá con las expectativas de los nuevos Estados Miembros y las legítimas aspiraciones de aquellos agricultores que hasta ahora no se han beneficiado de la PAC? ¿Qué ocurrirá con aquellos otros que hasta ahora han contado con unas ayudas basadas en referencias históricas que suponían iban a ser mantenidas sine die?
No tengo respuesta, pero puedo imaginarme en breve a un comisario Ciolos exponiendo en el Parlamento sus propuestas legislativas y recibiendo de los eurodiputados las críticas más aceradas; los nuevos Estados Miembros por considerar insuficiente la redistribución de las ayudas, los no tan nuevos por haber perdido una parte significativa de los fondos, los ecologistas tacharán de conservadora la propuesta, los más productivistas de una renuncia a la competitividad de la agricultura europea en beneficio de los terceros países. Y finalmente Consejo, Parlamento y Comisión, aprobarán una reforma que tendrá que ver mucho más con equilibrios imposibles que con una apuesta clara y decidida que coloque a la agricultura europea frente a los nuevos retos y desafíos de un mundo cada día más globalizado, una demanda alimentaria creciente y unos países competidores que se han convertido en actores mundiales y referencias políticas y económicas por tener las ideas claras y saber defenderlas de forma coherente y sin complejos, mientras Europa intentaba quedar bien con todos. En fin, la vieja Europa es cada vez más vieja y menos Europa. Por cierto, lo que no puedo adivinar es el presupuesto que finalmente tendrá la PAC y lo peor es que me temo que Ciolos tampoco.