Entrevista a Emilio González, presidente de la Asociación Española de Agricultura de Conservación y Suelos Vivos (AEAC / SV)
3 de junio de 2010
De las técnicas que componen la denominada agricultura de conservación, ¿cuáles dominan actualmente en nuestro país?
Como los lectores conocerán, la agricultura de conservación es un sistema de producción agrícola sostenible que comprende un conjunto de prácticas agronómicas adaptadas a las exigencias del cultivo y a las condiciones locales de cada región, cuyas técnicas de cultivo y de manejo de suelo lo protegen de su erosión y degradación, mejoran su calidad y biodiversidad, contribuyen a la preservación de los recursos naturales agua y aire, sin menoscabo de los niveles de producción de las explotaciones.
Las prácticas agronómicas englobadas en los sistemas de agricultura de conservación se fundamentan en tres principios: una nula o mínima alteración del suelo; una cobertura permanente del suelo, ya sea con una cubierta viva o una cubierta inerte, y la realización de rotaciones de especies en explotaciones de cultivos anuales, aconsejable en la mayoría de los casos.
Las prácticas agronómicas más representativas de la agricultura de conservación en cultivos anuales son la siembra directa y el mínimo laboreo en agricultura de conservación, estando especialmente implantadas en España en cereales de invierno (cebada y trigo), cereales de primavera (maíz), leguminosas dentro de una rotación con cereales (guisante, veza) y oleaginosas (girasol). En cultivos leñosos predominan las cubiertas vegetales, destacando los cultivos de olivar, cítricos y almendros.
Dentro de la península ¿existen algunos tipos de tierra o cultivos que se vean especialmente favorecidos por la aplicación de las técnicas que promueve la agricultura de conservación?
En nuestro país, estas técnicas pueden aportar grandes beneficios en general, ya que tenemos condiciones favorecedoras de los procesos erosivos: zonas con moderadas y elevadas pendientes, veranos secos y cálidos seguidos por precipitaciones fuertes a comienzos del otoño, y prácticas agrarias convencionales que incluyen operaciones de laboreo de volteo, que dejan el suelo desnudo y susceptible a los agentes erosivos.
Además, tenemos escasez del recurso agua, que incrementa la importancia del suelo como depósito de agua. No menos importante son los bajos contenidos de materia orgánica, inferiores al 1%, consecuencia en muchos casos de los sistemas de manejo del suelo.
En 2008 realizamos un trabajo financiado por el Marm para conocer en detalle la realidad de la agricultura de conservación en España, donde organizamos seis reuniones en Andalucía, Aragón, Castilla La Mancha, Castilla y León, Galicia y Madrid, con más de cien agricultores, científicos y técnicos. La conclusión fue contundente: se puede realizar agricultura de conservación allá donde se puede hacer agricultura.
Ya son 15 años en los que se viene trabajando en promover la agricultura de conservación. ¿Desde de la AEAC / SV están contentos con los resultados logrados?
La autoexigencia siempre nos hace pensar que podemos hacer mejor las cosas, aunque ciertamente estamos satisfechos de lo que hemos conseguido con los escasos recursos de los que disponemos. De lo que nos sentimos más orgullosos, es que más de 10.000 agricultores han recibido formación de manera directa en campo en las actividades que ha organizado la asociación.
La superficie de hectáreas bajo agricultura de conservación en España ha ido creciendo año tras año. ¿A qué se debe que el agricultor cambie técnicas y costumbres de toda la vida?
Fundamentalmente por motivos económicos. Un reciente estudio en el Valle del Ebro, realizado por Pedro Arnal, ponía cifras al asunto. En la zona, un agricultor convencional, normalmente le resta unos 50 euros al pago único, frente a los casi 40 que le añade el que hace siembra directa. Esto supone 90 euros por hectárea de diferencia entre ambos.
¿Cuál es la proporción en España de técnicas como la siembra directa respecto a otros países de nuestro entorno?
En Europa somos de los países más avanzados, seguidos curiosamente por una realidad tan diferente como es Finlandia. Pero aún andamos lejos de países como EE UU o Brasil, donde cuentan por millones las hectáreas que hay en agricultura de conservación.
¿Cuáles son los proyectos que se están llevando de cara a un futuro próximo desde la asociación?
Además del congreso, que ya estamos preparando, en enero hemos iniciado un proyecto apoyado por el instrumento financiero ‘Life’ de la Comisión Europea, el ‘Life+ Agricarbon’ (www.agricarbon.eu). Es un proyecto ilusionante sobre agricultura y cambio climático que nos llevará hasta 2013.
Destacar también el asesoramiento que realizamos a la Dirección General de Fondos Agrarios de la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía en materia de lucha contra la erosión y el cambio climático.