Balance de la agricultura española en 2008: una tendencia preocupante

Con esta referencia, y aún reconociendo el impacto global tan favorable que ha tenido en nuestro caso la Política Agraria Común, cabe cuestionarse muy seriamente su contenido actual y sus perspectivas de continuidad a medio plazo. Los mínimos cambios introducidos por el ‘chequeo médico’ en 2008 no deberían llamar a engaño: antes de 2013 se abrirá un nuevo periodo de reforma de la PAC, que inevitablemente deberá tener un calado equivalente a las reformas de 1992 y 2003. En realidad estaríamos en tiempo de prórroga de un modelo de política agraria que ya no es sostenible.

A juzgar por los datos del informe oficial de la renta agraria en 2008 que elabora el Marm, la producción agraria se redujo en cantidad, tanto en las producciones vegetales como animales, aunque no en valor (crecieron el 2,5% y el 2,4%, respectivamente). De nuevo, la subida de los ‘precios básicos’ (que incluye las subvenciones a los productos) permite enmascarar un estancamiento productivo que dura ya una década, más acusado en las producciones animales que en las vegetales. Una observación por productos muestra que, salvo en aceite de oliva (aumentó un 15,1%) y vino y mosto (apenas creció un 1,2%), todas las principales producciones vegetales (cereales, hortalizas, frutas, plantas industriales...) han retrocedido en cantidad, siendo destacable el aumento de los precios de plantas forrajeras (un 32,7%), vino y mosto (12,7%) y frutas (10,3%) para el mantenimiento del valor total de las producciones vegetales.

Por lo que se refiere a las producciones animales, cabe señalar el leve aumento de la producción de bovino (un 3,4%) y porcino (un 7% en valor debido casi en su totalidad a los precios) y la notable caída del ovino y caprino (con un –18% en cantidad y un 13,2% en valor –, insuficientemente compensado por los precios). Asimismo, en productos animales la producción no varió, si bien los precios de la leche conocieron una inusual subida (un 8,2% en precios y valor).

La relación de los precios percibidos-precios pagados confirmó su tendencia permanentemente desfavorable. Así, los precios percibidos crecieron apenas un 2,9%, frente a una fuerte subida de los precios pagados (un 17,6%) y un aumento moderado de los salarios agrarios (un 5,1%, más debido a los salarios de los trabajadores fijos que a los eventuales). Este comportamiento sigue coincidiendo con el de los precios al consumo de alimentos, cuyo aumento fue de un 5,9% el año pasado, muy por encima del índice general del IPC (el 4,1%). Por tanto, la remuneración vía mercado de la actividad agraria ha seguido siendo, con carácter general, insuficiente.

Por último, las subvenciones volvieron a subir por segundo año consecutivo (un 7,7%), en particular las denominadas ‘otras subvenciones’ no ligadas a los productos (pago único, agroambientales, etc.) que crecieron un 8,6% y representan ya el 81% de las subvenciones totales. Ciertamente, está finalizando un periodo de cambio en la composición de las ayudas, en detrimento de las ‘subvenciones a los productos’ que apenas crecieron un 4%. En todo caso, el resultado es un aumento en el nivel del apoyo agrario, que en términos de su participación en la renta alcanzó el 31,6%, por lo que ha aumentado la dependencia de nuestra agricultura respecto a la PAC.

Una vez finalizado el ‘chequeo médico’ de la PAC se ha puesto de manifiesto que sus resultados constituyen una reforma de mínimos, con lo que las grandes cuestiones pendientes de respuesta han quedado aplazadas. Y, sin embargo, el escenario que se ha configurado conduce paso a paso a la práctica desaparición de una PAC por sectores (con una OCM única), contrariamente a lo que había existido históricamente. Efectivamente, del ‘chequeo médico’ se deriva la decisión de completar el desacoplamiento de las ayudas, con algunas excepciones menores (vacas nodrizas, ovino y caprino), llevando a todos los sectores al sistema de pago único indiferenciado. Igualmente, continúa la reducción de los mecanismos sectoriales de intervención, quedando limitado su uso a un puñado de productos (trigo, mantequilla, leche...). Por lo demás, las ayudas previstas a sectores con problemas (la reserva del 10% del artículo 68) tienen un carácter transitorio y forman parte de un instrumento de uso excepcional (compartido con atender a la gestión de riesgos naturales, enfermedades animales...). Están por ver los efectos sectoriales finales sobre las producciones de esta transformación de las “ayudas directas” en “pagos únicos desacoplados”. Mientras tanto, las grandes cuestiones que se han ido suscitando con cada reforma siguen pendientes. Entre ellas merece una especial mención la pérdida de “funcionalidad y legitimidad” de los nuevos pagos. Brevemente, ¿para qué y por qué se conceden ahora las ayudas? En estos meses se han ido haciendo públicos, por fin, los nombres de los principales perceptores de ayudas por países, quedando en evidencia que, como en España, se trata mayoritariamente de entidades societarias y algunas grandes fortunas (reciben decenas de millones de euros por año: el 10% de los beneficiarios retiene el 61% de las ayudas). Frente a esto, el aumento previsto en la “modulación obligatoria” resulta casi simbólico.

Una PAC, nuevamente reformada antes de 2013, tendrá que cambiar netamente y previsiblemente reducir su atención financiera actual a los principales beneficiarios por país. Tomando como ejemplo tres sectores en los que se está aplicando la nueva PAC, el olivar, el algodón y el tabaco, observamos que en todos ellos está en cuestión la continuidad del nivel actual de las ayudas. Bien porque éste no puede mantenerse a medio plazo con una superficie que se ha incrementado en más de un 50% (caso del olivar), bien porque el nuevo sistema de apoyo “desconectado” de la producción pone en entredicho el propio mantenimiento de los cultivos (caso del algodón y del tabaco).

En cualquier caso, sin voluntad política para elevar el techo presupuestario de la Unión (se plantea, como opción más favorable, congelar el nivel actual de gasto), la construcción de la nueva Europa ampliada sólo puede financiarse con menos PAC o menos Política de Cohesión, pues sumadas suponen el 75% del presupuesto comunitario. Ante este dilema, con una PAC tan deslegitimada, la opción a favor de fortalecer la cohesión económica y social europea parece evidente. Por tanto, hay que prepararse para una desaparición parcial de la PAC actual, porque ya no es viable tratar de mantener el ‘statu quo’ del pasado como principal estrategia política agraria de futuro, tal como vienen defendiendo ante Bruselas el Gobierno central y los gobiernos autonómicos.

Habría que plantearse ya qué hacer con nuestra agricultura, tomando como referencia un nuevo escenario probable de reducción significativa e inevitable del nivel de apoyo proveniente de la PAC a los sectores productivos. A este respecto, cabe pensar si ya esigualmente sostenible el discurso sindical de defensa a ultranza de una PAC que ha cambiado profundamente de naturaleza y cada vez presta menos atención a los sectores. Se impone la definición de nuevos objetivos y prioridades, y entre ellos habría que poner en primer plano la defensa de la continuidad de los 'profesionales de la agricultura' (agricultores o jornaleros) de los que depende significativamente el mantenimiento del medio rural.

Como ya viene ocurriendo en los últimos años, 2008 ha consolidado la tendencia a perder población activa que ha caracterizado al sector agrario español en la última década. Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la población ocupada (datos medios) en el sector agrario al terminar el 4º trimestre de 2008 ascendía a 818.900 personas.

Asimismo, el número de ocupados en el sector agrario durante 2008 descendió como media un 11,51% respecto a la media de 2007, lo que supone una reducción de 292 trabajadores agrícolas y ganaderos cada día. En los últimos diez años el sector agrario ha perdido alrededor de 230.000 ocupados. En esta última década, todos los años han registrados descensos, excepto 2001 (con un crecimiento del 1,6%) y 2005.

Los datos de la EPA de 2008 pasarán a la historia porque, por primera vez, la media de la población ocupada en el sector agrario baja de 900.000 personas y pasa a representar algo más del 4% del total de ocupados en España (hace tan sólo una década el porcentaje se elevaba al 7,14%). No obstante, no se puede olvidar que si bien los ocupados agrarios son menos de un millón, la población rural (aquella que vive en municipios de menos de 10.000 habitantes) supone en torno al 40% de la población total y que la pérdida de ocupados en el sector agrario revierte negativamente en el desarrollo económico y social de estos pueblos, que se extienden por prácticamente el 80% del territorio nacional.

Por comunidades autónomas es de destacar que en términos absolutos gran parte de los ocupados en el sector primario están en Andalucía (27% del total), Galicia (11%) y Castilla y León (10%). Sin embargo, en términos relativos las regiones que tienen un mayor porcentaje de ocupados en el sector primario, respecto al total son Extremadura (10,6%), Murcia (9,3%) y Galicia (7,8%). En cuanto al perfil de los ocupados agrarios es de destacar que en los datos de la EPA del año 2008 se puede comprobar la baja proporción de jóvenes y de mujeres al frente de las explotaciones agrarias.

Pese a la situación de crisis que atravesó el sector en el año 2008, las ventas de maquinaria agrícola se incrementaron en un 0,9% respecto al año anterior, ya que se vendieron un total de 37.475 unidades, según los datos del Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino (Marm). Canarias fue la región que más incrementó la venta de maquinaria, seguida de Baleares y Asturias. En sentido contrario, donde más cayeron las ventas fue en Andalucía y Cantabria.

Por tipo de máquina, las ventas de tractores en 2008 cayeron un 8,36%, hasta las 15.799 unidades, con respecto al año anterior, mientras que se mantuvieron las de motocultores en 525 unidades. Por su parte, la venta de maquinaria arrastrada o suspendida que sirve para la preparación y trabajo del suelo, para siembra y plantación, equipos de tratamientos, aporte de fertilizantes y agua se incrementó un 11,38%, hasta las 11.993 unidades, y la de remolques lo hizo en un 0,89%, hasta las 7.637 unidades. La comercialización de maquinaria automotriz (de recolección, equipos de carga, tractocarros, etcétera) subió un 8,71%, hasta las 1.198 unidades, y en el apartado de otras máquinas se registró un aumento del 145,19%, hasta las 662 unidades. Por comunidades autónomas, el número de unidades vendidas de maquinaria agrícola durante 2008 descendió especialmente en Andalucía (-21,65%), aunque esta región sigue siendo donde más maquinaria se compró (6.388 unidades).

Accidentes laborales: Nuevo descenso en el número de accidentados

Continuando con la tendencia de años anteriores, durante 2008 se registró un total de 33.367 accidentes con baja laboral en el sector agrario, según los datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, que incluyen también los correspondientes al sector pesquero, la caza y la silvicultura. Comparando esta cifra con la del año precedente se observa una caída del 3,2% (1.108 accidentados menos). De la cifra total, 30.082 bajas fueron de ganaderos, agricultores o trabajadores del sector de silvicultura. El resto fueron accidentes de trabajadores del mar y del sector de la acuicultura.

De los accidentes totales, la mayor parte fueron leves. El número de accidentes mortales ascendió a 74, un 5,6% menos que en el año precedente. Entre las causas principales de los accidentes en el sector agrario en 2008 destacan los choques contra objetos inmóviles y los traumas físicos o psíquicos.