Viva la FIMA, cuidemos la FIMA
Me declaro fan absoluto de la FIMA, de un evento donde se respira agricultura, tanto entre profesionales como entre las decenas de miles de 'paseantes' que inundan sus pasillos durante sus cinco días de duración. Ahora es más necesario que nunca transmitir a las nuevas generaciones que la agricultura y la ganadería no son actividades del pasado, pero que entre todos la hemos de transformar para que sobreviva dignamente. Este diario ha llevado durante los cinco días un lazo verde en apoyo a todos esos agricultores que piden unos precios justos para que puedan seguir desempeñando con pasión su trabajo. Se están dando los primeros pasos, tomando las primeras medidas, ahora hace falta defenderlas en Madrid y Bruselas y ser vigilante que hasta el último céntimo prometido vaya a los bolsillos de quien lo necesita. No más promesas incumplidas, y otro no rotundo al uso político de nuestros agricultores.
De vuelta al recinto ferial, ni las protestas de los últimos días del sector agropecuario en toda España, ni los malos resultados del sector de la maquinaria en los últimos meses, ni el maldito Coronavirus han podido con FIMA, pero eso no significa que todos los que la apreciamos no hayamos de cuidar de ella. La experiencia en sus pasillos ha de ser completa, tanto para expositores como para visitantes, y por eso hemos de pedir a la organización un mayor esfuerzo en darle a FIMA la visibilidad y el carácter internacional que merece. El salón ha de convertirse en el altavoz de la agricultura mediterránea, y para ello se deben tomar las decisiones y realizar las inversiones necesarias.
Y el visitante ha de tener una experiencia completa, y eso incluye que el tiempo para acceder o marcharse del recinto sea razonable. Este mal endémico de los accesos a Feria de Zaragoza, a pesar de los diferentes colores políticos de las instituciones aragonesas, ha de solucionarse de una vez por todas. Todos los que venimos a la FIMA tenemos el derecho a sentirnos bien tratados.
¡Nos vemos en 2022!