Diego Gala, joven agricultor y ganadero segoviano especializado en siembra directa

De hecho, mantiene un acuerdo a tres años con Danone -que expira precisamente en el actual- que establece un precio regulado de acuerdo con las materias primas utilizadas durante la producción. En general se muestra satisfecho, aunque la renovación no la tiene decidida. “Me ofrecieron otros cinco años, pero querían controlarme todo: gastos, ingresos… y casi darme lo justo para mantener el negocio. Casi querían ser los dueños de las vacas. Ellos quieren que entremos en sus baremos y si no, no les vale la fórmula”. En definitiva, no lo observa interesante “porque todo lo que trabajas tú en el campo para ser más eficiente se lo llevan ellos”.

Precisamente los precios justos a percibir por los productores es una de las grandes demandas que realiza este joven agricultor segoviano al nuevo Ministerio de Agricultura. “Hay algunas situaciones que son de vergüenza. Quieren fijar la población cuando están machacando a los productores con unos precios de miseria, mientras hay unos márgenes que en algún sitio se tienen que quedar. Habría que controlarlo porque es flagrante, no puede ser. Hay muchas campañas que no se cosechan las patatas, las cebollas, etc. ¿Y eso no contamina?”.

Diego tiene claro que a partir de unos precios justos, posteriormente cada productor “tiene que tratar de ser más eficiente y productivo, o al menos intentarlo”. “Y siempre tener ilusión por lo que haces, no ser agricultores acomodados que solo piensen en percibir la PAC”, matiza.

Este es uno de los motivos que le hacen mantener una postura muy crítica con la Política Agrícola Común. “Está mal que lo diga, pero no le doy mucha importancia a la PAC. Preferiría que ni hubiera, porque desde que existe los precios no terminan de ser buenos”.

Familia Gala Merino. En primer plano, María Luisa y Elena; detrás, Diego, Pedro y Samuel.

Otro de los aspectos que, en opinión de este profesional no ha conseguido la PAC, es fijar la población en zonas rurales. “En mi zona, muchos jóvenes de mi generación se han quedado porque realmente son apasionados del campo como yo. Pero vas a las capitales de provincia a reuniones de agricultores, o con los del riego, y todos viven en la ciudad. Hay muchos agricultores de secano, que saben que tienen dos o tres meses exigentes en el campo, luego el resto del año residen en zonas urbanas. Incluso he llegado a ver trasladarse a la ciudad a ganaderos, cuya actividad en principio lo dificulta algo más”. Todo ello da como resultado que en pueblos como Escalona de Prado, donde había siete ganaderos de leche, ya solo queden tres.

Una de las claves del éxito de la familia Gala ha sido su capacidad para mantenerse independientes. Rechazan trabajar en cooperativa porque “se me hace incómodo que exijan tanto y luego den tan poco, se pierde mucho en trámites burocráticos”. De ahí sus dudas a mantener la vinculación con Danone, una gran empresa que también exige sus contraprestaciones al productor. “Están evolucionando y ahora en concreto se está metiendo con la huella de CO₂ en la producción de leche. Les estamos dando datos sobre el estado del suelo, su materia orgánica, el tipo de abono que se emplea, cómo se gestiona el purín, etc. Porque ahora lo que ‘vende’ es lo ecológico y lo que menos huella deja”.

Buena campaña de forraje

Las intensas lluvias recogidas durante el primer semestre del año han provocado que la campaña de recolección del forraje haya sido “muy buena” en esta zona de Castilla y León, según Diego Gala. “Se ha recuperado lo del año pasado”, cuando un ciclo de sequía redujo la producción y obligó a recurrir a los excedentes de 2016, otro año calificado como muy bueno. Ahora la situación es similar y la cosecha de este año puede alcanzar para cubrir dos años. Todo ello le hace sentirse contento e ilusionado a este joven productor y a su familia.

Pero es aparecer el término ecológico y ver a Diego poco menos que entrar en ebullición, porque “hay un gran desconocimiento del mundo rural y se fían mucho de las voces que tanto suenan de los ecologistas”, si bien el profesional castellano-leonés reconoce que “algunos agricultores pueden hacer mucho más por el cambio climático, porque emplean técnicas solo por el hecho de ser históricas y así no evolucionan”.

“Pero yo estoy hablando de acciones contra el cambio climático, lo cual no está en consonancia con la agricultura ecológica”, prosigue. “Por ejemplo, si quitan el glifosato a un agricultor como yo que hace siembra directa para que el suelo consuma carbono y aumentar materia orgánica, ¿a dónde vamos? Es el mundo al revés, es absurdo. Me hace mucha gracia Macron (presidente de Francia) cuando quiere abanderar la ecología y, a la vez, prohibir el glifosato. No tiene sentido”.

En su defensa cerrada de este herbicida, Diego recuerda las grandes cárcavas que aparecen en las parcelas durante los episodios de lluvias, que supone el arrastre de tierra a los ríos o una fuerte erosión. “Y luego van de abanderados del cambio climático, cuando sin glifosato no se puede funcionar”, insiste.

El agricultor segoviano asegura que “no se debe poner frenos a algo cuyo funcionamiento está ya comprobado”. Recuerda que hay proyectos premiados, como el Life AgriCarbon (dirigido a favorecer la progresiva implantación de técnicas agrarias sostenibles), “que sin glifosato no funcionarían”. “No me puedo creer que haya un solo científico en Europa que cuestione algo que permite el manejo del suelo agrícola con materia orgánica y restos vegetales, que consume CO₂ y lo elimina de la atmósfera”, apostilla.

Diego es un convencido de la siembra directa y la aplica en las 200 hectáreas que trabaja, 60 en propiedad y el resto arrendadas, donde básicamente cultiva centeno, vezas, maíz, girasol y cebada. “Quien más lo agradece es el suelo. Muchos agricultores creen que la maquinaria es la solución de sus problemas, cuando en realidad es el principio de sus problemas porque hay que usarla lo menos posible y con criterio”.

La clave es “hacer una correcta rotación de cultivos, manejar bien el suelo y tenerlo en óptimas condiciones, porque al fin y al cabo es el patrimonio del agricultor”, subraya. El hecho de acogerse a esta técnica agrícola hace que no le obliguen a inyectar el purín, algo que, no obstante, lo considera beneficioso, “aunque no lo queramos ver porque supone otra inversión”. “Cuando yo lo inyectaba lo pude comprobar, tiene su valor agronómico. Ahora mezclo el purín con arena para su eliminación”.

La familia Gala tampoco renuncia al progreso y aunque no se considera un “fanático” de la digitalización, está seguro de que continuará introduciéndose e iremos utilizando cada vez más este tipo de herramientas. Por ahora, este año han comenzado a probar una aplicación de la semilla del maíz, con imágenes satelitales. “Pero no lo llevo al extremo porque tampoco soy muy cerealista, lo que siembro lo uso para alimentar al ganado”, puntualiza.

La sociedad Gala Merino dispone del siguiente parque de maquinaria:

• 4 tractores: Fendt 818, MF 7626, MF 6290 y MF 4260
• Picadora de forraje Claas Jaguar
• Cuba de purín Joskin
• Esparcidor Fliegl
• Bañera Promodisc
• Sembradora de siembra directa Claydon
• Sembradora monograno Kuhn
• Carro herbicidas Prosanco