"A los políticos les diría que dejen de ver y valorar las cosas desde la ciudad"
La finca ‘Elurriborda’ fue adquirida por su abuelo en 1944, “estos campos antes se sembraban de cereal, patata y forrajes, cuando se practicaba una agricultura de subsistencia –nos cuenta Ángel Mari Barace–, también extraíamos la madera de haya y de pino, todo lo que el monte nos daba, para salir adelante; el metro cúbico de madera valía hasta 2.000 pesetas, y un jornal valía 100”. De hecho, el Ayuntamiento de Isaba, en los años setenta, compró mil metros cúbicos de madera que se extraía anualmente de los montes vecinales para construir la carretera a Francia y una central eléctrica.
Pero la población rural emigró a las ciudades, mientras brillaba por su ausencia una política para preservar el valor del monte, para mantener a las personas en lo que siempre había sido su medio. El propietario de la 'Elurriborda' no comprende por qué ahora todo el mundo habla de 'medio ambiente', si no se ha sido capaz de retener o de estimular al retorno a quienes habitaban los pueblos. En el valle de Isaba los municipios quedan casi vacíos en invierno, “son pueblos-fantasma, somos pocos, y la mayoría tenemos más de setenta años”. Barace reforestó los terrenos agrícolas, sin subvención o ayuda alguna.
Calcula que ha plantado 20.000 árboles en 15 años. Nadie le agradece la gestión que hace en el monte (podas, repoblaciones, arreglo de los caminos, etc.); todo ello esencial para conservarlo, aunque lamenta profundamente contemplar cómo unos magníficos recursos están desaprovechados. “Son trabajos muy duros, poco valorados por nuestra sociedad, lo cual dificulta animar a los jóvenes a que vivan de ello”, remarca. Del monte se hace un uso recreativo. “Únicamente se explota el turismo, y gracias a que aquí tenemos muy cerca unas pistas de esquí, pero esto no representa lo que ahora se llama un desarrollo sostenible”.
Socio de Foresna –Asociación de Propietarios Forestales de Navarra–, Ángel Mari Barace cree que la sociedad sólo se acuerda de su monte “cuando lo ve arder por televisión”. Y advierte que “está repleto de recursos y es muy productivo, pero la madera debería de tener en el mercado un precio justo, para estimular a la gente a vivir aquí”. Al propietario particular de fincas en el monte no llegan las ayudas de los planes de dinamización, del Feader o PDR. A los políticos Barace les diría que “dejen de ver y valorar las cosas desde la ciudad”. Les pide que potencien la educación ambiental a los ciudadanos, y que “traten de comprender la realidad de los pueblos del Pirineo, que no somos el jardín de la gran urbe. Nos consideran parque natural, pero ignoran a las personas que vivimos aquí”. Y concluye: “Cuando voy a Pamplona observo gran movimiento de coches y me pregunto: Todos comen, ¿qué alimentos se producen allí?”.
El futuro de 'Elurriborda'
“A mí me gustaría vivir en el pueblo, en el valle –asegura Edurne, hija mayor de Ángel Mari Barace–, pero encontramos muchos impedimentos. A menudo no nos dejan llevar adelante una iniciativa, en nuestra propiedad. Además, desanima ver que hay pocos habitantes. Sabemos que la naturaleza ofrece muchas posibilidades, pero resulta difícil vivir de la finca”.
Ione Barace, la hija menor, también desea vivir en Isaba, pero también lo ve complicado. A esta joven educadora infantil, le faltan niños a quienes enseñar en el valle. “Es chocante que en un entorno tan maravilloso exista tal falta de inversiones y oportunidades –comenta–. Evidentemente hay muchos recursos, que no se explotan. Es curioso, porque después los ciudadanos demandan naturaleza, tranquilidad, salud, …" ¿Qué futuro espera a los niños que nacen aquí?”, reflexiona Ángel Mari Barace