AVA-ASAJA alerta sobre la detección por parte del IVIA de un hongo muy dañino en los arrozales valencianos
El Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) ha corroborado los peores pronósticos tras identificar el motivo de los graves problemas de podredumbre detectados este año en determinadas parcelas de arroz del parque natural de la Albufera. El causante de esos daños es un hongo muy agresivo llamado Nakataea oryzae que provoca la enfermedad de la esclorotinia cuyo resultado final es la muerte de la planta del arroz.
Los técnicos de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), tras observar el alarmante deterioro que presentaban este año algunas explotaciones arroceras, decidieron ponerse en contacto con los responsables del IVIA para solicitarles que investigasen el origen de esa afección. Los trabajos de identificación realizados por el equipo de expertos del IVIA encabezado por Antonio Vicent, tanto a través de métodos morfológicos como moleculares, han permitido establecer que esos daños obedecen a la presencia del mencionado hongo Nakataea, cuya existencia ya había sido reseñada en España hace tiempo, pero que nunca hasta la fecha se había manifestado en los arrozales valencianos con la virulencia que ha alcanzado durante la presente campaña.
Este patógeno, según el testimonio de los especialistas, sobrevive en los restos de la paja que quedan en las parcelas tras la cosecha y su acción provoca la podredumbre irreversible del cuello de esas mismas plantas.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, señala al respecto que “el sector arrocero se enfrenta a un nuevo y considerable problema tras la detección de este patógeno, un problema que se suma a los estragos causados este mismo año por el hongo de la pyricularia y por la mala hierba Leersya oryzae. Valoramos y destacamos muy positivamente la celeridad y eficacia con las que el IVIA ha llevado a cabo la identificación del hongo Nakataea, pero a partir de ahora es preciso desarrollar un plan de acción específico para combatirlo”.
Y es justamente en ese punto esencial, en el relativo a los métodos de lucha, donde se presentan los principales inconvenientes. No en vano, los investigadores del IVIA apuntan, entre las recomendaciones para acometer el control del hongo, la necesidad de eliminar los restos del cultivo bien mediante la incineración, bien a través del enterrado profundo de los mismos o bien mediante su completa retirada de las parcelas, al tiempo que advierten que las aplicaciones foliares de fungicidas no son efectivas para hacer frente a esta enfermedad.
“Ante este panorama –subraya Cristóbal Aguado– tendremos que plantearnos muy seriamente la incineración de la paja como el sistema de lucha más eficaz, ya que el resto de alternativas no son viables y, además, pensamos que la prohibición de quemar la paja que ha estado vigente en los últimos tiempo tiene mucho que ver con la proliferación de este hongo porque al dejar los restos enterrados a poca profundidad se ha favorecido el inóculo, el contagio y la penetración del patógeno. Lo que está claro es que es preciso afrontar el asunto con rigor y seriedad porque si no lo atajamos de raíz el año que viene las pérdidas en el arrozal valenciano pueden ser millonarias”.