Migración de los compuestos del tapón de plástico hacia el vino
El estudio científico 'The migration of NIAS from ethylene-vinyl acetate Corks and their identification using gas chromatography mass spectrometry and liquid chromatography ion mobility quadrupole time-of-flight mass spectrometry' (Vera, P. et al. (2021) publicado en la revista Food Chemistry determina que los compuestos presentes en materiales de acetato de etileno-vinilo, como los que se encuentran en tapones de plástico, pueden migrar del producto (el tapón) a los alimentos con los que están en contacto (el vino).
El estudio de migración en cuestión identifica un total de cincuenta compuestos, tanto volátiles como no volátiles, en ocho tapones de vino de acetato de etileno-vinilo. De estos, nueve son aditivos como antioxidantes y agentes reticulantes. Algunos de estos compuestos identificados como el butylated hydroxytoluen (BHT, CAS 128-37-0), está citado en el Food Packaging Forum’s Food Contact Chemicals database (FCCdb) como sustancia peligrosa prioritaria.
Otro punto de estudio es la evaluación de la concentración a la que migran los compuestos. Aunque la concentración de la mayoría de compuestos es inferior a sus valores SML o los máximos recomendados por la clasificación de Cramer, se ha detectado que tres compuestos de uno de los tapones migraban con una solución de etanol al 20% a una concentración superior al nivel permitido por esta clasificación y que por tanto no es adecuado como material de contacto con los alimentos.
El corcho, el taponamiento natural
Ante las alternativas existentes en el mercado, desde la Fundación Instituto Catalán del Corcho recomiendan siempre el uso del tapón de corcho: “Es el único cierre que contribuye al envejecimiento positivo de los vinos. Se trata, además, de un producto natural, reciclable y reutilizable que deviene paradigma de la bioeconomía circular”.
Gracias su huella de carbono negativa, el corcho es también un material 100% sostenible y su uso contribuye a mitigar los efectos del cambio climático.