‘Tinta de vi’, la culminación de una idea brillante
Las grandes ideas surgen de no rendirse y prueba de ello la puede dar Ladyssenyadora, un estudio de diseño gráfico ubicado en Vilafranca del Penedès (Barcelona) que cautivó a la industria del embalaje con su ‘Tinta de Vi’, una etiqueta desarrollada con tinta de vino que se ha alzado con 3 premios Laus y el reconocimiento profesional del sector del packaging.
“La idea de generar tinta con materiales propios del vino no surgió de forma espontánea, sino que se dieron distintos factores que nos llevaron a desarrollar una idea final. Todo surgió a raíz de la creación de la imagen para un restaurante, momento en el que se nos propuso imprimir cartas y distintas imágenes corporativas con tinta de calamar. Por una cuestión higiénica no pudimos llevar a cabo la idea, pero desde ese momento nos empezó a interesar el hecho de imprimir con alimentos. Es uno de esos retos a los que nosotros llamamos ‘etiquetas imposibles’, y queríamos lograrlo”. Así de rotundo se muestra Raimon Benach, uno de los integrantes del estudio gráfico Ladyssenyadora, creadores de una de las etiquetas más revolucionarias del sector: ‘Tinta de Vi’.
El estudio, creado en 2007, está formado por Raimon Benach, Montse Raventós y Jordi Roca, tres jóvenes e innovadores diseñadores catalanes que basan sus trabajos en el ‘menos es más’. Fieles a la sostenibilidad y la autosuficiencia, amantes de los retos y partidarios de la superación, Tinta de Vi es uno de esos trabajos apasionantes que les han marcado. “Somos diseñadores y nos gusta crear, siempre buscamos un concepto claro para nuestros diseños y, cuando es posible, trabajamos con materiales puros”, indica Benach.
El fracaso de la tinta de calamar, sumado a la invitación para participar en el festival de diseño gráfico Blanc de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), dieron lugar a ‘Tinta de Vi’, una etiqueta impresa con tinta proveniente del vino. “El festival Blanc nos propuso participar con una ponencia de 15 minutos y decidimos aprovecharlo para enseñar algo diferente: queríamos conseguir una etiqueta imposible. Era el momento porque coincidía con el ciclo de elaboración del vino”.
Pero el camino no iba a ser fácil. Primero vinieron intentos de crear distintos tipos de papel con materiales originarios de la viña; primer fracaso. Tras ello, la idea que más atraía era imprimir con las lías de la vid: “Ese hubiera sido el colofón, lo que realmente queríamos, pero tras realizar su función que es dar color al vino, imprimir con las lías en serigrafía o letterpress no resultaba posible ya que el pigmento no impregnaba el papel, simplemente lo mojaba”, apunta el diseñador. El siguiente paso fue deshidratar las lías, secar el fango y crear polvo. “Conseguimos un polvo muy fino que podía funcionar como pigmento, pero no encontramos los elementos naturales que nos permitieran transformarlo y alcanzar la textura óptima para imprimir”.
A punto de rendirse, decidieron cocinar el vino y reducirlo: “Lo redujimos a la cazuela, al horno, de forma más condensada, menos… Pero a la hora de imprimir, el exceso de azúcar no permitía un secado correcto y cualquier fricción esparcía la tinta. Cuando conseguimos un buen secado, el color era demasiado pálido y no encajaba con nuestro concepto original. A pesar de eso, lo consideramos el primer éxito porque habíamos conseguido imprimir con buenos resultados, aunque no fuera la cromatografía deseada”. La última baza fue inyectar tinta en los cartuchos de una impresora doméstica, pero tampoco funcionó.
Para Ladyssenyadora, la primera intención era crear una edición limitada de vinos que ofreciera un contenido distinto al que existe en el mercado, motivo por el que buscaron este etiquetaje imponente. “Estábamos trabajando para una empresa vinicola y les ofrecimos la posibilidad de pagarnos el trabajo en especies, es decir, mediante botellas de gran calidad. Nos ofrecieron alrededor de 200 botellas y realizamos una cata con enólogos y sumilleres expertos para conocer los detalles del vino y desarrollar una idea que justificara el proyecto, un concepto fuerte. Pero no tuvimos suerte y no extrajimos ninguna historia grande porque, básicamente, era un vino de carácter clásico”.
Primeros resultados
Un día la suerte cambió. Y fue gracias a un vecino escritor, quien quedó prendado de la idea de ‘etiqueta imposible’ y les escribió un soneto en el que se explicaba un concepto que resultó muy interesante para los diseñadores. “Habíamos encontrado una historia, unos colores, unos dibujos… Teníamos el eje central, sólo nos faltaba encontrar la impresión perfecta”.
Parecía que la suerte se estaba poniendo de su lado. Y hasta empezaron a sucederse casualidades. “Un día subimos al tejado Jordi y yo a fumar un cigarrillo para descansar del duro día de trabajo que estábamos teniendo” –explica Beanch–, “y vimos que las bandejas donde pusimos las lías del vino unas semanas antes tenían una textura curiosa. En una de esas bandejas habíamos puesto vino de una cooperativa en crudo. Con la evaporación provocada por el calor, en la bandeja se había formado una película con un color y una consistencia muy potentes que nos sorprendió porque le vimos muchas posibilidades”.
Los propios diseñadores afirman que la impresión mecánica tampoco fue un proceso fácil: “Teníamos que convencer a alguna empresa de impresión que utilizar tinta de vino no era un riesgo para sus máquinas, que no se iban a estropear”. Y lo lograron. “Era un reto más que no nos iba a frenar después de todo lo que habíamos conseguido”.
La recompensa
Ladyssenyadora logró presentar su proyecto en el festival Blanc, dejando a todos los asistentes boquiabiertos. Convenciendo a unos amigos, rodaron un video en el que se explica todo el proceso de elaboración de la ‘Tinta de Vi’, un video que se viralizó al instante y que ya suma más de 25.000 visitas. “Nuestro proyecto se movió por varios sectores: enología, hostelería, restauración, sector industrial… Algo que no esperábamos ya que nuestro objetivo era simplemente desarrollar una edición limitada con la ‘Tinta de Vi’ y ofrecerlo como obsequio a nuestros clientes en Navidad”.
Etiqueta 100% orgánica.
Y no es de extrañar que el proyecto calara entre los profesionales. La ‘Tinta de Vi’ no es sólo exclusiva por su origen, también lo es por sus olores y colores. “Según la temperatura y la humedad, el color de la impresión cambia y los olores se intensifican. Cada etiqueta es única, exactamente lo que buscábamos, que fuera 100% orgánica”. Estas peculiaridades les hicieron merecedores de tres premios Laus: ‘Naming’, ‘Packaging’ y ‘Elemento de autopromoción’, un merecido reconocimiento para un trabajo creado desde la autenticidad.