Nadie queda al margen de la automatización
Desde el inicio de la Revolución Industrial, la eficiencia productiva ha sido el motor más importante que nos ha permitido conseguir los niveles tecnológicos actuales. Y, como es ya sabido, la eliminación de la mano de obra ha sido siempre el mayor de los objetivos. El obstáculo siempre ha sido la necesidad de que, al igual que las personas, las máquinas sean lo más autónomas posibles y se puedan comunicar entre ellas.
Por lo tanto, la idea de conectar máquinas no es nueva; existen soluciones telemáticas desde hace mucho tiempo desarrolladas bajo entornos M2M y pensadas para verticales industriales. En la última década, la comunicación M2M se ha consolidado bajo el liderazgo de compañías de telecomunicación, que buscan nuevos caminos para expandir su negocio posibilitando la conexión de diferentes redes M2M y dando un pasito más hacia el escenario de Factory 4.0.
En este escenario, la automatización logrará su máximo desarrollo a través de la robótica alimentada con tecnologías como machine learning y la inteligencia artificial. Además, el IoT permitirá que la demanda mantenga una relación directa con los centros productivos y que los productos finalmente vendidos sigan en contacto con la empresa mediante los servicios de mantenimiento y fidelización de clientes.
Es lógico deducir que el modelo de negocio productivo se convertirá en un modelo de negocio basado en servicios y que las cadenas de valor se transformarán eliminando todos aquellos eslabones que antes aportaban valor al cliente final y que mañana, gracias a la tecnología, serán puros centros de coste.
A mi juicio, lo más importante de esta nueva ola de automatización es su capacidad de transversalizar sus efectos. Antes cualquier actuación tenía una repercusión meramente vertical y concentrada en un proceso productivo concreto, pero ahora cualquier actuación en el ámbito del IoT o de la robótica repercute directamente en varias o todas las áreas del negocio, incluso del sector, de una manera transversal. La eliminación de procesos o la creación de nuevas líneas de comunicación y de eficiencia obligan al replanteamiento de cuáles son las acciones y recursos claves de nuestro modelo de negocio y qué activos pasan a ser prescindibles.
Y finalmente, como es evidente, todos aquellos puestos de trabajo que no requieran creatividad para ser cubiertos, y que basen su aportación en acciones intelectuales o físicas repetitivas serán automatizados en el próximo decenio. Para el resto de perfiles, la formación será una actividad clave y desarrollar habilidades creativas será indispensable.
En definitiva, nadie ni nada queda al margen de la automatización.