Entrevista a Miguel Lazpiur, presidente de Confebask
El pasado 10 de febrero, la Unió Metal·lúrgica de Catalunya convocó una movilización empresarial en el Palau de Congressos de Barcelona para mostrar su desacuerdo con las actuales políticas de la administración, ¿cómo valora una convocatoria de este tipo? ¿Tiene sentido algo parecido en el País Vasco?
Conozco bien la convocatoria porque también formo parte del comité ejecutivo de la CEOE y soy uno de los vicepresidentes. Los representantes catalanes nos tenían informados de este acto e hicieron una valoración muy positiva, al igual que la del representante de la CEOE. Yo la interpreto como una forma de decir que las empresas estamos ahí y que necesitamos ayuda.
La situación es seria y lo es en todo el mundo. En Cataluña se optó por un acto de ese tipo y les fue bien.
Nosotros no renunciamos a nada, pero tenemos otro tipo de relación con la Administración. Nos vemos permanentemente con ellos, les hacemos nuestras propuestas, ponemos en común nuestros respectivos análisis y ellos nos responden. También hay que entender que la Administración en esta situación puede ayudar lo que puede ayudar, tanto la central como la vasca. En resumen, ahora mismo no vemos la necesidad de un acto similar, pero como digo, no estamos cerrados a nada.
¿Qué le pediría a la Administración?
Le pediría que apoye a las pymes en la financiación, pero también a las empresas tractoras, que son las que ponen en marcha a las pymes. Por ejemplo, hay que ayudar a la industria del automóvil en varias direcciones. Una de ellas, incentivando la compra de automóviles con fórmulas más agresivas que los que ya existen. En Alemania, por ejemplo hay un plan que, por los datos que tengo, está funcionando bien. Eliminan coches de más de 9 años y pagan 2.500 euros por ese coche.
La Administración, ¿también debería actuar sobre el modelo de los últimos años?
Sí, entendemos que la Administración central tendría que apoyar un plan de reforzamiento de la competitividad y de la economía española. Es necesario que vayamos a un nuevo modelo de crecimiento. Hasta hace no mucho el crecimiento estaba basado en la construcción y en los servicios. Pero esto ha dado el resultado que todos sabemos y hay que cambiarlo. Tenemos que ir a un nuevo modelo que nos pueda garantizar el crecimiento económico y la reducción de ese abultado déficit por cuenta corriente que tenemos.
Además hay pendientes reformas estructurales en el mercado de trabajo, vivienda y suelo que ayudarían a la economía a recuperar en competitividad. Y ello sin renunciar a los planes energéticos.
Por otro lado en Euskadi hemos apoyado el Instituto Vasco de Finanzas, que se puso en marcha a principios de año. El capital ya está aportado, pero necesita un impulso porque ayudaría a muchas empresas a resolver el problema de financiación.
¿Entonces ve la financiación como elemento importante?
En este momento es clave.
Y la competitividad, ¿cómo la mejoramos? ¿No hay en España una menor vocación que en otros países europeos?
Yo creo que los esfuerzos no se han hecho en la dirección adecuada. Si se hubiese ido por la vía industrial, tecnológica y apostado por la innovación, hubiésemos estado mal, pero la recuperación habría sido más fácil. Yo tengo la esperanza de que en Euskadi, donde el modelo es diferente, la recuperación sea más fácil, aunque predecir ahora mismo es muy difícil.
La innovación ¿sigue siendo la asignatura pendiente?
En Euskadi ya se creó la cultura de la calidad y eso se palpa en las empresas y en todos los ámbitos de la vida. Es una cultura que se incorporó bien a esta sociedad a finales de los 80 y principios de los 90. Hoy en día Euskadi está ya a un nivel muy alto de calidad, como demuestran muchos premios en el ámbito internacional que nos ubican codo con codo con otros países. En la innovación tendríamos que conseguir lo mismo. Que sea una cultura, que esta sociedad se impregne de esto. Una cultura de innovación que penetre en las personas en todos los niveles de la sociedad. Eso sería muy positivo. Nos daría una mentalidad de cambio y mejora permanentes, de sacrificio... Hace falta dinero, pero hace falta disposición. Las sociedades acomodadas son peligrosas, porque tienden a no innovar.
¿Cómo valora la actitud de las entidades financieras hasta el momento?
Desde Confebask, entendemos que las entidades financieras han hecho un gran esfuerzo y nosotros eso lo valoramos positivamente. El equilibrio entre sus objetivos y las directrices que deben cumplir y lo que les pedimos las empresas no es fácil. Nosotros lo que pedimos es agilidad. Tenemos prisa. Y las ayudas de la Administración tienen que resolver nuestros problemas financieros y estimular la actividad económica. Por un lado, valoramos el esfuerzo, pero por otro lado pedimos agilidad y urgencia.
Además, pedimos con claridad que todas estas ayudas, esta liquidez que se ha generado liberando activos mediante la participación de las Administraciones con dinero publico, revierta cuanto antes a la economía real, a las empresas y a los ciudadanos y familias. Esto se debería hacer ya, hay mucho que hacer y mucha urgencia.
¿Cuál es el peso del sector del metal en la economía vasca?
El sector del metal representa el 51% de la industria vasca. Por si solo aporta el 13% del PIB de la Comunidad Autónoma Vasca. Lo componen unas 7.400 empresas y da trabajo a unos 150.000 empleados. El sector industrial en general supone alrededor del 30% del PIB.
Todo esto es una ventaja, porque aunque ahora se ha caído toda la economía, creo que para la recuperación va a ser importante.
¿Considera que hay una diferencia de la situación económica del País Vasco con respecto a otras comunidades autónomas?
En el País Vasco no nos estamos librando de este proceso de profunda deceleración. No sabemos cuánto se va a prolongar esta situación y no lo sabe nadie. Nosotros decimos que cuando pase la primera mitad de año, si se estabiliza la situación, podemos empezar a pensar en una recuperación.
Yo creo que las empresas vascas tienen todavía oxígeno suficiente. Esto es fruto de haber reinvertido, de haber apostado por la calidad, la modernización, la internacionalización... Gracias a nuestro modelo económico estamos resistiendo mejor. Pero dicho esto, hay que advertir de que esta reserva podría agotarse si la situación se prolonga. Aún así, no hay que perder la esperanza. Hay inputs positivos en Euskadi y están surgiendo elementos que nos pueden ayudar a salir adelante.
¿Se atreve a dar algún pronóstico?
No descartamos que en el último trimestre el crecimiento vasco haya sido nulo, pero nuestro posicionamiento sectorial es muy bueno. Estamos en máquina-herramienta, transporte, ferrocarril, eólico, energético, automoción, etc., lo que ha permitido que el deterioro industrial haya sido menos intenso.
Esperamos que el dinamismo que está dando la inversión pública atenúe el efecto de ajuste del empleo. Para este año, aunque es difícil pronosticar, pensamos que podemos lograr un crecimiento del 0,6%.
¿Recuerda usted una desaceleración del sector como la actual durante su vida profesional?
A mí me ha tocado vivir todas las crisis, porque desde niño he vivido en Guipúzcoa, en una zona con mucho tejido industrial. La primera que conocí fue la del 57 y fue tremenda, no se arrancó una máquina en los talleres en seis meses. Pero todas las crisis han sido distintas.
La que tenemos ahora es la más intensa, la más rápida y, sobre todo, la más global que hemos conocido. También nos faltan referentes cercanos, porque hemos tenido muchos años de bonanza e incluso parecía que los ciclos ya no existían. El bajón ha llegado a tal velocidad que ha sido un shock. Es una de las peores crisis de las ultimas décadas. Yo creo que en Euskadi se ha reaccionado bastante bien. Tenemos recursos y estoy convencido de que vamos a salir adelante. No tengo duda, Vamos a salir. Y en Euskadi, si hacemos las cosas bien, estamos preparados para salir reforzados de la crisis.
Las previsiones de la mayoría de los indicadores económicos son realmente alarmantes ¿cómo lo valora?
La situación es muy alarmante, pero todas las crisis pasan. Nosotros poco más podemos hacer. Pero sí podemos pedir a la Administración que ayude a las empresas para que sobrevivan y para que estén dispuestas cuando esto empiece a repuntar. Necesitamos ayudas.
Por ejemplo, pedimos que se cambie la actual situación, según la cual un trabajador en periodo de ERE, pierde en esa proporción el tiempo de prestación que le corresponde
Otra medida posible es la bonificación de las cuotas empresariales en regulación de empleo. Son medidas, entre otras, que ayudan a que las empresas puedan subsistir.
La situación ahora es la que es y los motivos para haber llegado hasta aquí supongo que son numerosos y complejos. Pero hay un asunto preocupante que es el futuro de la producción en Europa. Tras unos años de deslocalizaciones hacia Europa del Este y Asia, con unos países asiáticos de muy bajo coste, ¿hay un futuro para la producción en Europa?
Es cierto que en los últimos años hemos sufrido esa deslocalización hacia Europa del Este y Asia. Pero ahora estamos sufriendo todos, ellos y nosotros. La situación en Asia es de paralización total o muy elevada. Lo que está claro es que en algunos productos no vamos a poder competir y menos si trabajamos en la forma convencional. En productos de bajo coste tenemos que poner toda la tecnología que esté en nuestras manos para fabricar en tiempos más reducidos y con menos mano de obra que ellos, porque la materia prima teóricamente es igual. Hay ejemplos en los que, si se consigue bajar el tiempo de producción, ya no vale la pena ir a China a fabricar. Si eso es así, hay que lograr mejorar ese proceso y ese tiempo. Así que por un lado, tenemos que apostar por la tecnología. Por otro lado, por los productos de alto valor añadido. Los esfuerzos en I+D que se están haciendo en Euskadi son muy importantes, la cultura de la innovación y la gestión tecnológica son claves. Por lo tanto, debemos basarnos en productos de elevado nivel tecnológico, alta tecnología, innovación y sobre todo, una nueva organización empresarial. Ya no podemos dividir entre trabajadores y directivos. Tiene que haber una masa común, con gente comprometida con el proyecto de empresa. A partir de ahí, estaremos bien preparados.
Como conocedor del sector de la máquina-herramienta, ¿cómo ve nuestras posibilidades en un entorno tan competitivo?
La máquina estándar de bajo costo tiene pocas posibilidades, pero se da la circunstancia de que los países de bajo costo tienen miles de máquinas que no pueden vender, por muy baratas que sean.
Aquí se hacen máquinas más complejas, con tecnología más avanzada. También es muy importante el tamaño de la máquina. Las máquinas pequeñas y estándar están teniendo problemas, pero no tanto los que fabrican máquinas grandes y con mucha tecnología.
Los fabricantes de máquina-herramienta vascos, tras experiencias pasadas, ya han aprendido la lección. ¿Cómo cree que están afrontando la situación de crisis?
Se han internacionalizado mucho, están vendiendo en todo el mundo y se han hecho las cosas bien. Pero las carteras de pedidos no están, desde luego, como hace un año. El consumo de máquinas en el interior y el exterior ha bajado notablemente. Los problemas de los compradores para obtener financiación están perjudicando a los fabricantes. Pero los fabricantes han ido por la vía correcta. Se ha trabajado bien, lo cual no impide sufrir los efectos de la crisis, pero sí posicionarte mejor para cuando llegue la recuperación.
¿Qué futuro espera a los fabricantes de máquina-herramienta?
Yo creo que tienen un futuro prometedor. En un momento tan crítico como éste no es fácil salir con un discurso optimista. Pero auguro un buen futuro a la máquina-herramienta y, en general, al sector industrial vasco. Todo depende de nosotros. No debemos cerrar empresas, sino posicionarnos bien para cuando llegue la salida.
