Siglo XXI: el retorno de la logística
1 de marzo de 2010
La logística es a la empresa lo que la física es a las ciencias, es la base de todo desarrollo posterior.
Sin movimiento de mercancías, ya sea en producción o desde el proveedor, no existe producto a comerciar. Es, y siempre ha sido la base de todo comercio. Ya los primeros mercaderes hace miles de años conocían su utilidad. “El mayor valor aportado a la mercancía era el transportar esas mercancías allá donde realmente fueran necesarias o no existieran”.
Pero curiosamente, tras la mayor revolución tecnológica conocida por la humanidad, allá por el siglo XIX, este valor histórico aportado por la logística se relegó a una segunda o tercera posición. Comenzaba entonces la era del producto y el marketing. Calidad e imagen pasaron a ser los grandes actores del siglo XX y nos olvidamos del agente catalizador de todo comercio: “El movimiento de los bienes al lugar adecuado, en la cantidad determinada y en el tiempo acordado”. Los almacenes quedaron como grandes agujeros negros, que cumplían sobre todo la función de ser los ‘almacenes de errores’ de toda la cadena de suministro.
Si el control de las redes de transporte era deficiente, eran los almacenes quienes asumirían un sobrestock ‘por si acaso’; si la planificación de la demanda no era posible, de nuevo el almacén suplía esta carencia, y así con todos y cada uno de los actores de la cadena de suministro.
Por fin se acabó el siglo XX, y por fin muchas de las empresas líderes en el mercado han retomado la antigua senda de comercio clásico.¡Bien por ellas!, ya que estamos entrando en un periodo de cambio.
El siglo XX, ese siglo donde se primó la calidad de producto (que desarrolló la tecnología) y el marketing (que incrementó el consumo) toca a su fin.
La actual ‘nueva realidad’, como la nombran algunos, nos va a traer un consumo más racionalizado o moderado, como quieran llamarlo. La verdad es que hemos superado varias veces el límite de oferta aceptable y ahora toca una corrección de esta oferta.
Los centros productivos históricamente centralizados en España y Europa se deslocalizan ya a otras regiones del planeta y el actual, aunque decreciente, poder adquisitivo de occidente, crea ya un flujo de mercancías desde los centros productivos (Asia, Europa del Este, etc.) a los centros de consumos (Occidente) nunca antes visto.
Nuevos almacenes, más grandes, con stocks de seguridad de 4 a 6 semanas (tránsito de mercancías desde Asia), con sistemas automatizados que minimicen el sobrecoste de la deslocalización de las producciones (transporte, inmovilizado, riesgos…), así como una gestión de la información de toda la cadena de suministro es un futuro evidente e imparable.
Esta ‘nueva realidad’ devolverá a la logística ese lugar privilegiado en el comercio que siempre tuvo y seguirá desarrollándose con las próximas generaciones.
El equilibrio mundial producción-consumo está cambiando. Si sabemos reconocerlo a tiempo, podremos actualizar nuestras cadenas de suministro y aprovecharnos del beneficio que una buena gestión logística siempre ha aportado nuestros clientes.