El parque vigués de Castrelos, un paso más en la búsqueda de una sociedad más igualitaria
25 de julio de 2011
Belinda Besada y Marister Failde, de BMJ Arquitectos, responsable del proyecto del jardín sensorial del Parque de Castrelos de Vigo, tienen claro que la idea no era crear “un jardín para invidentes”. “Más bien todo lo contrario. Deseamos que las personas con discapacidad visual puedan disfrutar del jardín que ya existe. Darles la posibilidad de apreciar la riqueza sensorial de su paseo y recorrido, relativamente autónomos”. El concepto varía, ya que a su modo de ver, no era necesario crear un jardín, sino facilitar la interpretación de lo existente al público invidente, incidiendo en la percepción sensorial del mismo.
La idea inicial del jardín sensorial, inaugurado a mediados del pasado mes de marzo, surgió desde la Concelleria de Patrimonio Histórico del Concello de Vigo, como propuesta de Fernando Vilaboa, encargado general del Jardín Histórico de Castrelos. El año pasado, el Concello de Vigo decidió incluir esta iniciativa dentro del proyecto de Mejoras de Accesibilidad de los Equipamientos Públicos (Plan Feil 2010). A partir de ahí, se empezó a fraguar la implicación de BMJ Arquitectos: “Se nos plantea como estudio, resolver la ejecución de un 'jardín para invidentes', en una zona bastante abandonada del jardín histórico donde existía un antiguo invernadero. Frente a este deseo, recorriendo el jardín histórico que ya conocíamos, se llega a la conclusión que en su conjunto, es un espacio suficientemente atractivo y sugerente en sí mismo, desde el punto de vista sensorial, y consta de todos aquellos estímulos necesarios para que una persona con discapacidad visual pueda disfrutarlo”, recuerdan Belinda y Marister.
La actuación, por debajo de los 50.000 euros de contrata, se efectuó en el Jardín Histórico de Castrelos, cuyos orígenes se remontan a finales de siglo XIX, cedido junto con el Pazo y el Parque al pueblo vigués en el año 1926. Esta zona verde, declarada 'Bien de Interés Cultural en el año 1995', posee una superficie de 5,5 hectáreas. En su interior, se aprecian cinco recintos ajardinados diferenciados: el jardín de acceso, la Rosaleda, el Jardín Francés, el Jardín Inglés y el Bosquete.
El jardín sensorial está provisto de una cinta-guía destinada a las personas invidentes que recorre del principio al final este jardín histórico. Foto: Manuel González Vicente.
El jardín consta de un recorrido-guía que además facilita estímulos aromáticos y táctiles
Desde BJM Arquitectos detallan los criterios bajo los que diseñaron el jardín sensorial en el parque de Castrelos de Vigo. Por un lado, se consideró una premisa: que la intervención debía posibilitar cierta autonomía en el recorrido sensorial dentro del jardín que ya existía. “Para ello se acotó una senda concreta, una cinta-guía que se habilitaba como recorrido de ida y vuelta. En él se aglutinaban los estímulos táctiles y aromáticos que facilitan e inciden en la percepción sensorial del jardín”, argumentan. Por otro lado, se tuvo en cuenta el carácter de la zona de actuación, que deseaban “fuera respetuosa, pero a la vez contemporánea”. “Creíamos que nuestra actuación debería ser tal que casi no se percibiera nuestro paso por allí”. Finalmente, se eligió el material de esta cinta-guía que, a juicio del estudio de arquitectos, debía ser el más acorde al lugar en el que intervenían y a lo que el proyecto pretendía. “Elegimos el acero cortén, por su carácter atemporal –continúan–, sus cambios de coloración, textura y el hecho de que al ser un elemento metálico permita garantizar la orientación, diferenciando situaciones del contexto del jardín. Tuvimos en cuenta los diferentes sonidos que se podían emitir al impactar con el bastón, según la cinta estuviera elevada o apoyada”.
Respecto al proyecto, Belinda Besada y Marister Failde, arquitectas, resaltan que “no se trata de un jardín sino de un recorrido”. En concreto, se ha instalado una cinta metálica, a modo de rodapié de referencia, que recorre desde el principio al final el Jardín histórico de Castrelos. “La cinta permite percibir en su trayecto el sonido del agua, de las fuentes, el olor de las flores del magnolio, el canto de los pájaros, el olor de los eucaliptos, hasta un juego de olores en el final del recorrido”, describen Belinda Besada y Marister Failde, de BMJ Arquitectos.
Este recorrido metálico se eleva del suelo 12 centímetros, mientras que se apoya a ras del mismo, en algunos casos. Por ejemplo, en los cruces transversales o puntos de parada interpretativa. Es decir puntos sensoriales, donde se enrasa con el suelo, de forma que sobresale dos centímetros. “De este modo, un discapacitado visual, no la pierde de referencia en su contacto con el bastón”.
En el transcurso del recorrido, la cinta se transforma en mesadas interpretativas de los puntos singulares del jardín. Se convierten pues en bandejas provistas de la información táctil y los estímulos que hacen posible la interpretación sensorial del entorno natural. A tal efecto, se introducen hojas y frutos y se facilitan datos de las especies y de la historia del jardín, en lenguaje Braille. El propósito: incidir en los sentidos del olfato y el tacto. Sirva de ejemplo la creación del jardín aromático, como remate “más lúdico” del recorrido. Una zona para la que se han recuperado unos maceteros pre-existentes que se emplean para la plantación de diversas especies elegidas por sus aromas, colorido y texturas. “Una mesa de los sentidos donde con vocación didáctica se han instalado pequeños recipientes cuyo contenido variará a lo largo de las estaciones enfatizando aromas, tonalidades y texturas”. Asimismo, y a lo largo del trayecto, la pieza metálica se modifica para resolver además otras necesidades en el conjunto del jardín. Por ejemplo, piezas canal, cauce de escorrentías o pluviales, bordillo de parterres o límite de pavimentos.
Un modelo de señalización de posible aplicación en el resto del parque
Tal y cómo explican desde BMJ Arquitectos, el proceso de tramitación previo a la obra fue “más complicado de lo habitual, con los informes pertinentes”. Ello se debe a que se trata de un jardín histórico, declarado ‘Bien de Interés Cultural’. Una vez que la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta de Galicia, informó favorablemente sobre el proyecto, la ejecución se realizó en tres meses. “De todas formas, queremos resaltar que la ejecución de la cinta de acero exigió un trabajo de replanteo y adaptación al entorno natural, que nos llevó a realizar una supervisión de la obra muy exigente y continua”, matizan, en relación al proceso que tuvo lugar una vez aprobado el proyecto.
De todos los recursos incorporados al parque de Castrelos para facilitar la percepción sensorial destaca la señalización del jardín, basada en una serie de criterios y pautas. “Se han elaborado diseños de mesadas interpretativas, que exentas o incorporadas a la cinta servirán para que en un futuro la totalidad de la señaléctica del jardín histórico corresponda a este modelo. Además, se han traducido todos los textos a Braille y se han plasmado en altorrelieve, con el tamaño adecuado para favorecer la lectura a las personas con deficiencias visuales. También se han incluido pictogramas en relieve de la silueta de las especies, sus hojas y en algún caso de su floración”, detallan desde BMJ Arquitectos.
Los responsables del proyecto hacen referencia también a otros recursos como la utilización de puntos sensoriales, donde a modo de juego se invita a participar a los visitantes en el recorrido sensorial alrededor de los troncos de algunos de los especímenes de mayor envergadura del jardín (tuliperos, eucaliptos, etc.). O la instalación de contenedores que ofrecen información táctil y de olores: mesadas, cubiletes y maceteros. La señalización de los elementos de mayor interés y singularidad se definió de común acuerdo, entre arquitectos y técnicos municipales. Ello ha dado pie a una propuesta que supone un paso adelante en la consecución de una sociedad más igualitaria.