Juan Sánchez Cotán: El pintor místico de la Horticultura
Muchos de los austeros bodegones de Sánchez Cotán giran en torno a una simple temática: un conjunto de hortalizas (repollo, cardo, zanahoria, chayota, pepino, lechuga, melón, rábano), de frutas (manzana, cidro, limetta, limón, naranja sanguina, membrillo), y en algunas ocasiones aves de caza muertas (pinzón, pardillo, jilguero europeo, carraca europea, gorrión europeo, tórtola europea, francolín, sisón, ánade real, perdiz roja, verdecillo, tórtola). En cuanto a la organización compositiva, presenta a estos objetos sobre una estrecha franja rectangular, quizás el marco de una ventana, algunos de los cuales cuelgan de una cuerda, método habitual utilizado en la época para la preservación de los alimentos, colocando a otros esquinados en los ángulos o reposando sobre el pretil. Bañados por una intensa luz que proviene del lado izquierdo, los objetos, perfectamente definidos en su individualidad, se recortan sobre un fondo negro en un contraste de luces y sombras característico del tenebrismo. Aislados entre sí, pintados con un realismo extremo, los elementos de estos bodegones, reproducidos en toda su veracidad, invitan al espectador a tocarlos y sentirlos. La disposición de los objetos no es natural sino que han sido cuidadosamente colocados por el artista y, aunque su propósito no es evidente, se percibe en cambio su afán y esfuerzo para lograr un efecto misterioso.
El 10 de agosto de 1603, antes de entrar a formar parte de la vida monástica, Sánchez Cotán redactó su testamento e hizo inventario de sus bienes entre los que figuraban once bodegones con elementos hortícolas. Forman parte de este listado los bodegones ilustrados en las Figs. 2 A, D, E y F, lo que demuestra que fueron ejecutados con anterioridad a esa fecha, ya que el de la Fig. 2C está firmado y fechado en 1602. Sin embargo, no existe un medio para datar con certeza esta secuencia y reconstruir su sucesión cronológica, pero el hecho de que en el inventario no se haga referencia al de la Fig. 2B podría convertirlo en el último de esta serie, probablemente realizado cuando ya Sánchez Cotán formaba parte de la congregación religiosa, ya que en 1835 figuraba entre los bienes del monasterio de la Cartuja cuando éstos fueron expropiados con motivo de la desamortización de Mendizábal. La circunstancia de que los otros bodegones permanecieran en su poder o en el de sus dos mejores amigos induce a descartar que fueran hechos por encargo o con una finalidad comercial y que tuvieran una mayor significación personal que el resto de su producción.
Los objetos cotidianos y banales representados en estas pinturas adquieren una noble simplicidad. Tratados con un enorme respeto e interés, las cosas simples se revisten de un aire de distinción. Sánchez Cotán confiere eternidad y trascendencia a estas composiciones organizadas con esmero donde los diferentes objetos del mundo cotidiano, profundamente marcados por la soledad, quedan confinados en su propio espacio. Contempladas en su conjunto, esta serie de pinturas parece reflejar la búsqueda del artista por alcanzar una insondable ordenación. Sorprendentemente, una de estas pinturas denominada Membrillo, repollo, melón y pepino (Fig. 2E) se nos presenta como el compendio de esa larga búsqueda de la perfección. Es un ejemplo icónico de una naturaleza muerta dotada de un significado metafísico y construida con cuatro elementos hortícolas que, organizados en espiral, descienden desde el cielo a la tierra. El melón partido revelando su jugoso interior y la hendidura aguda de la pulpa en la rodaja cortada parecen querer mostrar la evidencia del mundo humano, aunque la yuxtaposición de la manzana flotante y la col turgente, con el pepino inestable, balanceándose en la esquina y apuntando al espectador, parecen aludir a otro concepto de universo conocido sólo por el pintor. Los frutos intensamente reales, destacados en toda su veracidad plástica, están inmersos en un vacío oscuro y abstracto, en una composición que refleja un profundo conocimiento de la perspectiva y de la geometría, con lo que consigue la contemplación trascendental de la naturaleza y del espíritu.
De estas cinco pinturas de bodegones se puede extraer una importante información hortícola. Podemos distinguir tres frutas diferentes (membrillo, manzana y cuatro tipos de cítricos); hortalizas de raíz (rábano y varias zanahorias con una pigmentación que abarca desde el blanco hasta el amarillo y el púrpura); tres cucurbitáceas diferentes (un melón casaba de pulpa amarilla, un pepino muy similar a la variedad utilizada actualmente para encurtidos, y una chayota, planta del Nuevo Mundo, originaria de México, siendo probablemente ésta la primera pintura en Europa de esta especie). También hay dos especies de hortalizas de hojas: dos tipos de repollo, uno tronchudo de hojas sueltas con pecíolos gruesos (Fig. 2D) y otro de cabeza firme (Fig. 2E), muy corriente en la Europa de la Edad Media, similar al tipo actual, y un tipo de lechuga de hojas abiertas conocida como Batavia. La hortaliza más representada, que figura en cuatro de las seis pinturas, es el cardo, una planta muy común en Castilla, cuya semilla es una fuente de alimento habitual del jilguero europeo, mientras que las zanahorias y el repollo sólo aparecen en tres de las pinturas.
Parece evidente que no todos los frutos representados en los bodegones fueron pintados copiando a modelos naturales. Por ejemplo, los cardos de la Fig. 2A (fechado alrededor de 1600) y el de la Fig. 2C (firmado y fechado en 1602) son idénticos tanto en forma como en posición, lo que probablemente significa que esta última imagen fue una copia de la anterior o viceversa, aunque los cardos de las Figs. 2B y D son modelos únicos por las características del corte del tallo en cada uno de ellos. Es evidente que el bodegón de la Fig. 2F fue realizado copiando el modelo del de la Fig. 2E, una réplica a la que le incorporó los pájaros y la chayota. La superposición de ambas pinturas permitiría comprobar su similitud en la disposición de las hortalizas que es casi exacta. Si en un principio la atribución a Sánchez Cotán del bodegón de la Fig. 2F fue controvertida, la descripción que aparece en el inventario de 1603 sobre una naturaleza muerta con cuatro pájaros da validez a la misma.
Figura 2. Las pinturas hortícolas (bodegones) de Juan Sánchez Cotán.
A. Cardo (Cynara cardunculus) y francolín (Francolinus francolinus).
B. Cardo y zanahorias (Daucus carota). Esta pintura no se menciona en el inventario de 1603.
C. En la parte superior, de derecha a izquierda: limetta (Citrus limetta, probablemente ‘Arancia da Spagna’), manzanas (Malus x domestica), jilguero europeo (Carduelis carduelis), pinzón (Fringilla coelebs) y perdices rojas (Alectoris rufa). En la parte inferior, de izquierda a derecha: seis pájaros ensartados verticalmente en un palo: de abajo a arriba hay un pardillo (Carduelis cannabina), un jilguero europeo, dos gorriones europeos (Passer domesticus), otro jilguero europeo y un verdecillo macho (Serinus serinus); zanahorias, rábanos (Raphanus sativus) y un cardo.
D. En la parte superior, de izquierda a derecha: una naranja sanguina (Citrus sinensis), un cidro (Citrus medica), un repollo (Brassica oleracea var. tronchuda) y zanahorias. En la parte inferior, de izquierda a derecha: un cardo, una rodaja de limón (Citrus limon), una lechuga (Lactuca sativa) y un membrillo (Cydonia oblonga).
E. De izquierda a derecha: un membrillo, un repollo (Brassica oleracea var. capitata), un melón casaba y una rodaja del mismo (Cucumis melo. subsp. melo. Grupo inodoro) y un pepino (Cucumis sativus).
F. Se han añadido a E los siguientes pájaros de izquierda a derecha: carraca europea (Coracias garrullas), tórtola europea (Streptopelia turtur), sisón (Tetrax tetrax) y ánade real (Anas platyrhynchos). El fruto nuevo en la parte inferior es una chayota (Sechium edulis).
Uno de los atributos que hacen únicos a los bodegones de Sánchez Cotán es que las frutas están simplemente puestas, exaltando sus formas y su individualidad, todo acentuado por una luz intensa en una atmósfera tenebrista que recuerda a las pinturas de Caravaggio. Todos estos bodegones reflejan su fascinación por la perspectiva y el conocimiento y dominio de la misma; de hecho, entre sus pertenencias figuraba un tratado sobre esta materia publicado en 1583 por Jacopo Barozzi da Vignola (Le due regole della prospettiva). La organización compositiva de estos seis bodegones está dominada por la forma geométrica del cardo el cual, en función de su orientación, describe una curva exponencial ascendente o descendente. En la Fig. 2A, conformada sólo por un cardo y un francolín que cuelga de una cuerda libre en el espacio, esa curva se inicia en el corte de la raíz del vegetal marcadamente proyectado hacia el espectador y se continúa hacia el fondo del cuadro dividiendo en dos el plano de visión. En la Fig. 2B la curva de crecimiento exponencial comienza en una zanahoria orientada en dirección opuesta al ojo del espectador y se continúa a lo largo de la silueta del cardo apoyado en al lateral del marco.
En la Fig. 2C la organización compositiva es similar, aunque el espacio superior de la curva ha sido rellenado con cítricos, manzanas y pájaros. Es interesante señalar que el cardo de la Fig. 2C es idéntico al de la Fig 2A anteriormente descrita. Finalmente, en la Fig. 2D la organización compositiva es completamente diferente. El cardo marchito ha perdido su turgencia y ha sido colocado sin ceremonia alguna sobre el pretil junto a una rodaja de limón, una lechuga con hojas sueltas y un membrillo, mientras que la base de los objetos que cuelgan en la parte superior (una naranja sanguina, un cidro, un repollo y varias zanahorias), conforman una línea inclinada que desciende de derecha a izquierda, lo que produce un efecto caótico e inestable. La obra maestra (Fig. 2E) está constituida con cinco elementos (un membrillo, un repollo, un melón partido con una rodaja del mismo fruto, y un pepino) que conforman una espiral en el marco de la ventana. Asombrosamente esta espiral, aunque con cierta ambigüedad, adopta la forma de una hélice, presagiando quizás la estructura del ADN. En la Fig. 2F la línea curva constituida por la parte inferior de los pájaros que aparecen colgados de una cuerda describe una forma helicoidal complementaria. ¿Podría ser esto una premonición de la doble hélice? Misterio de los misterios.
Sánchez Cotán ha sabido insuflar a sus objetos múltiples significados. Nosotros consideramos esos objetos hortícolas alimento de nuestro cuerpo, pero a los ojos del artista representan algo mucho más grandioso: constituyen el alimento del alma. Sánchez Cotán los ha pintado de tal forma que representan la vida en sí misma, como los componentes de un misterioso universo que desde el cielo descienden hasta nuestros corazones.
Naturaleza siempre viva
Un bodegón. No es comestible
Son seres solo imaginarios
Con forma y color muy concretos,
Realidades para los ojos.
Un gran silencio las envuelve.
Aparición en la ventana.
Son meras frutas y hortalizas.
Membrillo y col penden colgados.
En la madera del alféizar
Se apoyan melón y pepino.
Los objetos – objetos
Descansan, reductibles
A su material inerte
De modo radical,
Tan intenso, tan puro
Que la materia alcanza
Plenitud de sentido,
Como si revelase
Ya la noción de Ser
Ante quien ve y admira,
De pronto ingenuamente aristotélica.
Jorge Guillén
Sánchez Cotán, San Diego, California
A don Emilio Orozco Díaz
Agradecimientos
Agradecemos la participación a Víctor Galán Saúco, Antonio A. Monteiro, Francisco Pérez Padrón, Francisco Santolalla y Harry S. Paris por su ayuda en la identificación de las especies.
Bibliografía consultada
Ingvar Bergström, I. 1970. Maestros españoles de Bodegones y Floreros del Siglo XVII. Instituto Iberoamericano de Gotemburgo (Suecia)- Ínsula, Madrid.
Cherry, P. 2000. El ojo hambriento: los bodegones de Juan Sánchez Cotán. p.241-258, en: N. Sobregués (ed.), El bodegón, Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid.
Orozco Díaz, E. 1993. El pintor fray Juan Sánchez Cotán. Universidad de Granada, Diputación Provincial de Granada.
Robins, A. 2006. Slow art: Meditative process in painting and drawing. PhD thesis, University of South Wales, Australia. p. 65-71.
Sobre los autores
Jules Janick es James Troop Distinguished Professor (Profesor Distinguido) de Horticultura en la Universidad de Purdue y Editor científico de Chronica Horticulturae Email:janick@purdue.edu
Ana Luisa González Reimers es historiadora y reside en Tenerife, Islas Canarias, España.
Email: analugr@terra.es