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Un correcto manejo de las malas hierbas requiere conocer las principales especies que compiten con nuestros cultivos. No se trata de hacer un inventario florístico, sino de identificar aquellas que suponen un riesgo importante para el desarrollo del cultivo.

Principales malas hierbas y su gestión en cereales de invierno y maíz

José Dorado y César Fernández-Quintanilla, Instituto de Ciencias Agrarias, CSIC (Madrid)14/06/2017
La agricultura y, en particular, la protección de cultivos evolucionan con los tiempos. En lo referente a las malas hierbas, las especies que suponen la principal amenaza en los grandes cultivos son producto de su adaptación a las prácticas de manejo que sobre ellas ejercen los agricultores. Por otro lado, estas prácticas de manejo han sufrido cambios importantes en el tiempo, dependiendo de las herramientas de control disponibles en cada momento. Por ejemplo, podemos encontrar un antes y un después tras la aparición de los herbicidas a mediados del siglo XX. Sin embargo, en los últimos años, han surgido diversos condicionantes legales, ambientales y socio-económicos que están dirigiendo estas prácticas hacia una gestión integrada de malas hierbas en los cultivos.

Introducción

Para poder valorar la importancia e incidencia de las malas hierbas en los principales cultivos a nivel mundial sirva la referencia de Oerke (2006), quien refiere unas pérdidas potenciales del 23% y el 40% en cultivos de trigo y maíz, respectivamente. Gracias a las medidas de control, estas pérdidas potenciales se reducen en realidad al 8% y 10%, respectivamente. Por supuesto estos son datos generales, pudiendo variar los daños al cultivo enormemente en función de la abundancia, el patrón de emergencias y las principales especies de malas hierbas que compiten con el cultivo. En efecto, el daño ocasionado dependerá de la abundancia de malas hierbas, lo que introduce un concepto conocido como umbral económico, es decir, el nivel a partir del cual esta abundancia empieza a ser inaceptable. Por otra parte, el momento y la duración de las nascencias de las malas hierbas (patrón de emergencias), en relación a la del cultivo, es un factor muy importante a considerar en la gestión de las malas hierbas. Si éstas nacen después de las labores preparatorias, simultáneamente con el cultivo, será más difícil controlarlas y por tanto las pérdidas ocasionadas serán mayores. Finalmente, son muchas las diferencias en cuanto a competitividad y daños producidos según las especies de malas hierbas, por lo que conviene diferenciar cuáles de ellas representan una mayor amenaza y cuáles tienen importancia secundaria.

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Número máximo de malas hierbas tolerables en un cultivo

Una cuestión que preocupa a agricultores, técnicos e investigadores consiste en determinar los umbrales económicos como forma de decidir cuándo debemos actuar contra las malas hierbas. El concepto de 'umbral' establece una densidad de plantas de malas hierbas que supone una pérdida de rendimiento económico igual o superior al coste del tratamiento de control. Es decir, el tratamiento debería realizarse cuando las pérdidas esperables de cosecha ocasionadas por la competencia de las malas hierbas y valorada en términos económicos supere el coste de tratamiento. El lector comprenderá inmediatamente la dificultad de dar una cifra precisa teniendo en cuenta que las infestaciones reales son multiespecíficas. Además, es imposible generalizar ya que en cada situación y cada parcela intervienen tres variables: condiciones ambientales, malas hierbas y cultivo. No obstante, existen referencias que pueden ayudarnos a aproximar un valor a una situación particular. Por ejemplo, Fernández-Quintanilla y col. (2015) utilizan el término 'umbrales de acción' (Tabla 1) para poder distinguir especies de alta nocividad localizadas en zonas muy productivas (umbral bajo) de aquellas especies menos competitivas presentes en zonas poco productivas o acompañando cultivos bien desarrollados (umbral alto).

Tabla 1. Ejemplos de umbrales de acción para algunas especies de malas hierbas habituales en cereales de invierno
Tabla 1. Ejemplos de umbrales de acción para algunas especies de malas hierbas habituales en cereales de invierno.

Momento en que deben ser controladas las malas hierbas

Los cultivos son especialmente sensibles a la competencia con las malas hierbas durante las primeras fases de desarrollo vegetal. Es por esto que una gran parte de los herbicidas disponibles en el mercado ejercen su acción en preemergencia o en postemergencia temprana, con el fin de permitir al cultivo superar este periodo libre de malas hierbas. La eficacia de estos tratamientos depende en gran medida del patrón de emergencias, siendo máxima cuando estas emergencias están casi finalizadas. Es por tanto imprescindible conocer el momento y la duración de las nascencias de malas hierbas en cada cultivo y en cada ambiente (Dorado y col., 2007), para poder conseguir la máxima eficacia de nuestras medidas de control. En general, es deseable aplicar los tratamientos de control en estados de desarrollo temprano de la mala hierba, preferentemente antes del final del ahijamiento en cereales de invierno y antes del estado de 4-6 hojas en maíz.

Principales malas hierbas en cereales de invierno

Un correcto manejo de las malas hierbas requiere conocer las principales especies que compiten con nuestros cultivos. No se trata de hacer un inventario florístico, sino de identificar aquellas que suponen un riesgo importante para el desarrollo del cultivo. Aunque estas especies pueden variar de una región a otra, de una explotación a otra e incluso entre diferentes parcelas de una misma explotación, podemos hablar de unas cuantas que están bastante extendidas por toda la geografía española y que representan una seria amenaza por su competitividad, por la dificultad de su control y/o por la rápida expansión de sus poblaciones (Fernández-Quintanilla y Dorado, 2009; INTIA, 2017; Loureiro y col., 2015). Las malas hierbas que causan las infestaciones más difíciles de controlar en cereales de invierno suelen ser gramíneas anuales (Figura 1), entre las que podemos destacar:

  • La avena loca (Avena sterilis, Avena fatua) está distribuida por toda nuestra geografía, con un ciclo biológico similar al de los cereales, salvo que tira sus semillas justo antes de la recolección del cereal, generando así un banco de semillas persistente en terrenos labrados. Es muy competitiva, causando grandes pérdidas en el cultivo.
  • El vallico (Lolium rigidum) está igualmente extendido por toda la geografía y se caracteriza por iniciar su nascencia antes de la siembra del cereal. Si no se controla mediante labores o tratamientos herbicidas de pre-siembra, puede resultar muy dañino para el cultivo, aunque su competitividad con el cereal es menor que la de la avena.
  • El bromo (Bromus diandrus, Bromus rigidus) se ha introducido rápidamente con la llegada de la agricultura de conservación (mínimo laboreo, no-laboreo). Su periodo de nascencia es muy breve, iniciándose con las primeras lluvias del otoño. Además, puesto que prácticamente todas las semillas germinan al año siguiente de ser producidas, resulta fácil de controlar con rotaciones y/o labores. Su competitividad con el cultivo no es tan elevada como la de la avena, aunque es superior a la del vallico o los alpistes.
  • Los alpistes (Phalaris paradoxa, Phalaris minor, Phalaris brachystachys) son posiblemente las gramíneas más problemáticas en los cereales andaluces. La nascencia de plántulas es otoño-invernal, pudiéndose prolongar hasta el inicio de la primavera. Las labores del terreno favorecen la nascencia de esta especie, habiéndose observado nuevas emergencias tras cada labor realizada. Su persistencia en el suelo es menor que en el caso de la avena pero mayor que la del vallico y el bromus. Su competencia con el cultivo es relativamente elevada.
Figura 1. Malas hierbas gramíneas en cereales de invierno: avena loca (a), vallico (b), bromo (c) y alpiste (d)
Figura 1. Malas hierbas gramíneas en cereales de invierno: avena loca (a), vallico (b), bromo (c) y alpiste (d).

Además de las gramíneas citadas anteriormente, existen algunas especies de hoja ancha anuales (Figura 2) de alta nocividad.

Por ejemplo, la amapola (Papaver rhoeas) causa problemas debido a su enorme capacidad de producir semillas, a su elevada persistencia en el suelo y a la dificultad de control en ciertas regiones donde han aparecido problemas de resistencia a los herbicidas que contienen inhibidores de ALS (p.ej., sulfonilureas, triazolopirimidinas, imidazolinonas) y/o los de acción hormonal (p.ej., 2,4-D, dicamba, MCPA). De forma similar, los jaramagos (Sinapis arvensis, Diplotaxis spp.) han sido citados por aparecer poblaciones resistentes a inhibidores ALS y por su elevada competitividad con el cultivo. Otra mala hierba frecuente es la lapa (Galium aparine), una especie trepadora de rápido crecimiento que puede llegar a ahogar casi completamente al cereal. Un problema añadido de esta especie es la dificultad de controlarla con los herbicidas habituales, lo que exige invertir en herbicidas específicos para su control. Existen otras especies anuales que pueden causar también problemas en cereales de invierno, como la fumaria (Fumaria officinalis), la magarza (Matricaria chamomilla), el cien-nudos (Polygonum aviculare) o el corremundos (Salsola kali). Finalmente, podemos encontrar algunas especies perennes cuya nocividad resulta de unos órganos subterráneos de reserva que favorecen el rápido desarrollo al comienzo de la primavera, entre las que encontramos algunos cardos (Cirsium arvense) y la correhuela (Convolvulus arvensis).

Figura 2. Malas hierbas de hoja ancha en cereales de invierno: jaramago (a), lapa (b), cien-nudos (c) y cardo (d)
Figura 2. Malas hierbas de hoja ancha en cereales de invierno: jaramago (a), lapa (b), cien-nudos (c) y cardo (d).

Principales malas hierbas en maíz

Es difícil hacer una lista de las principales malas hierbas en maíz a nivel nacional, debido a las diferencias tanto en el manejo del cultivo como en las condiciones ambientales en distintas regiones de nuestro país. Sin embargo, existen referencias (Dorado y Fernández-Quintanilla, 2010; Conesa y Recasens, 2015) que señalan ciertas especies como habituales en este cultivo. Entre las malas hierbas de hoja ancha (Figura 3) se encuentran:

  • El abutilon (Abutilon theophrasti) es fácilmente reconocible por tener hojas con un tacto característico, como el terciopelo. De porte vegetativo muy desarrollado, tiene gran capacidad de producir semillas durante un periodo extenso. Los tallos son muy fibrosos y lignificados, lo que supone una gran molestia para la barra de corte de la cosechadora.
  • El estramonio (Datura stramonium) tiene gran porte vegetativo, lo que la hace ser muy competitiva con el maíz. Además del estramonio, suele aparecer otra especie de este mismo género: Datura ferox.
  • El cadillo (Xanthium spp.), fácilmente identificable por su frutos con zarcillos adaptados para pegarse a la piel de los animales y así facilitar su dispersión. Habitualmente encontramos dos especies: Xanthium strumarium y Xanthium spinosum.
  • Los bledos (Amaranthus spp.), pertenecientes a un género problemático debido al metabolismo C4, la elevada capacidad para producir semillas y la tolerancia a ciertos herbicidas. Son varias las especies que se presentan como malas hierbas en cultivo de maíz: Amaranthus blitum, Amaranthus hybridus, Amaranthus retroflexus, Amaranthus viridis.
  • Los cenizos (Chenopodium spp.), que al igual que en el género anterior, son varias las especies que pueden aparecer como malas hierbas en maíz: Chenodium album, Chenopodium glaucum, Chenopodium murale.
  • El tomatito (Solanum spp.), caracterizado por emerger durante todo el ciclo de cultivo, escapando así a los métodos de control de malas hierbas. La especie más frecuente de este género a nivel nacional es Solanum nigrum, aunque se ha observado de forma creciente la presencia de Solanum physalifolium en la mitad norte peninsular (especialmente en el valle del Duero) y la de Solanum sarrachoides en algunas zonas del valle del Tajo.
  • La verdolaga (Portulaca oleracea) es fácilmente identificable por poseer tallos y hojas carnosos con coloraciones rojizas. Es frecuente en zonas de menor competencia con el cultivo como los bordes, las roderas del equipo de riego o los fallos de siembra.
Figura 3. Malas hierbas de hoja ancha en maíz: abutilon (a), datura (b), cadillo (c) y bledo (d)
Figura 3. Malas hierbas de hoja ancha en maíz: abutilon (a), datura (b), cadillo (c) y bledo (d).

Entre las especies de hoja estrecha (Figura 4) que infestan el cultivo de maíz (Dorado y Fernández-Quintanilla, 2010; Recasens y Conesa, 2015) podemos encontrar:

  • La cañota (Sorghum halepense) es una especie vivaz que se ha convertido en una de las principales malas hierbas en maíz. Se caracteriza por su distribución agregada formando rodales. Sus rizomas, situados bajo tierra, son difíciles de controlar. Además, su metabolismo C4 le permite un crecimiento muy rápido, lo que la hace altamente competitiva.
  • La grama (Cynodon dactylon) es otra especie vivaz, rizomatosa y estolonífera, características éstas que le confieren especial malignidad una vez establecida en el campo. Es especialmente problemática en sistemas de no-laboreo.
  • El garranchuelo o pata de gallina (Digitaria sanguinalis) es una gramínea anual con germinación tardía. Es característica su inflorescencia formada por espigas en forma de dedo.
  • El teosinte (Zea mays subsp. mexicana) es una gramínea natural de Centroamérica que ha aparecido de forma reciente en Aragón y Cataluña. Constituye uno de los ancestros silvestres del maíz y se caracteriza por un porte mucho más alto que el cultivo y un tallo con varias ramificaciones. Su control se complica porque la emergencia de plántulas tiene lugar de forma escalonada a lo largo del ciclo de cultivo del maíz.
  • Las juncias (Cyperus spp.) son especies vivaces que se multiplican de forma vegetativa mediante tubérculos. Podemos encontrar dos especies: Cyperus rotundus y Cyperus esculentus. Son malas competidoras por la luz, por lo que si el maíz se implanta antes, apenas ocasionan molestias al cultivo.
  • La cola de caballo (Echinochloa crus-galli) es una especie anual que puede alcanzar un porte superior a 1 m. Su inflorescencia está formada por varias espigas bien definidas y distantes entre ellas, fácilmente reconocible por tener pelos largos entre las espiguillas.
  • El amor de hortelano o almorejo (Setaria spp.), una gramínea anual con cuatro especies que se comportan como malas hierbas en maíz: Setaria pumila (=Setaria glauca), Setaria verticillata, Setaria adhaerens y Setaria viridis. Se caracterizan por tener una inflorescencia en panícula cilíndrica, de la que sobresalen pelos largos de cada espiguilla dirigidos hacia el ápice, de modo que la inflorescencia es áspera al pasarla entre los dedos.
Figura 4. Malas hierbas de hoja estrecha en maíz: cañota (a), pata de gallina (b), teosinte (c) y juncia (d)
Figura 4. Malas hierbas de hoja estrecha en maíz: cañota (a), pata de gallina (b), teosinte (c) y juncia (d).

Gestión de las malas hierbas

La utilización de herbicidas como método de control preferente en el manejo de malas hierbas se viene realizando durante décadas. Sin embargo, en los últimos años ha coincidido una serie de circunstancias en torno a la agricultura relacionadas con períodos de sequía, bajos precios de los cereales, elevados costes de algunos herbicidas, desarrollo de resistencias, creciente sensibilidad social hacia el empleo de plaguicidas, etc., que han llevado a buscar un uso más racional de los herbicidas. A este escenario se añade la Directiva 2009/128/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, por la que se establece el marco de actuación comunitaria para conseguir un uso sostenible de los plaguicidas, que obliga a implementar los principios de la Gestión Integrada de plagas. En el caso concreto de las malas hierbas (Figura 5), la Gestión Integrada propone combinar todos los métodos de control posibles, dando prioridad a los métodos no químicos, para mantener las infestaciones por debajo del umbral económico (Dorado y Fernández-Quintanilla, 2014).

Figura 5. Principios generales de la Gestión Integrada de malas hierbas
Figura 5. Principios generales de la Gestión Integrada de malas hierbas.

En general, la Gestión Integrada de malas hierbas debe basarse en tres principios fundamentales: 1) diversificar, 2) rotar y 3) adecuar. El principio de la diversificación propone utilizar diferentes tipos de medidas de control (cultivos, labores del terreno, herbicidas, fechas de siembra, etc.), evitando la dependencia de una sola. Posiblemente, las medidas disponibles no sean muy eficaces individualmente, pero sí lo son cuando se integran con otras. El principio de la rotación implica que estas medidas se deben alternar en el tiempo, evitando utilizar el monocultivo, un único sistema de laboreo o herbicidas de la misma familia química de forma permanente. El principio de la adecuación, también conocido como el de la 'triple a', defiende que deben utilizarse las medidas adecuadas, en el momento adecuado y en el lugar adecuado (Fernández-Quintanilla y Dorado 2016). En definitiva, no se trata de emplear medidas individuales de control para dar una solución más o menos inmediata a un problema, sino de implantar programas de gestión a medio-largo plazo que nos permitan reducir gradualmente las poblaciones de las malas hierbas.

Podemos distinguir dos grupos de medidas de control: preventivas y curativas. Entre las medidas preventivas (las más efectivas y las más económicas) destacan:

  • La rotación de cultivos es la herramienta más potente contra las malas hierbas, por suponer la ruptura del ciclo biológico de las especies problemáticas. En cereales de invierno, cuanto más largas y más diversas sean las rotaciones mejor, por crear una multiplicidad de condiciones que favorece la presencia de una flora arvense diversa, sin que ninguna especie de mala hierba llegue a convertirse en un serio problema. En maíz, un cultivo de ciclo estival, cuando rotamos con otros cultivos de ciclo invernal (p.ej., cereales o leguminosas), tenemos la oportunidad de controlar eficientemente las malas hierbas durante el verano, aprovechando la post-cosecha del cereal para tratar con herbicidas no específicos (p.ej., glifosato). De esta forma podemos reducir el problema de forma significativa en tan solo una campaña. La utilidad real de las rotaciones es variable dependiendo de la especie en cuestión. Con especies que tienen semillas (u órganos reproductivos) de corta persistencia en el suelo (p.ej., el vallico o el bromo) una rotación de 2 a 3 años puede ser suficiente para eliminarlas prácticamente de la parcela. Sin embargo, con especies que poseen semillas muy longevas (p.ej., la datura) el efecto de las rotaciones es más limitado.
  • La rotación de materias activas herbicidas es también esencial. Existe una amenaza permanente de desarrollo de resistencias por parte de algunos biotipos de malas hierbas, originado tras la aplicación del mismo producto en la misma parcela año tras año. Para prevenir esta situación es necesario combinar sustancias activas con diferentes familias químicas y diferentes modos de acción que eviten en la medida de lo posible la aparición de dichas resistencias.
  • El manejo localizado de las malas hierbas es un concepto que propone ajustar el uso de los herbicidas a las necesidades reales de cada campo (Andújar y col., 2010). Se trata de optimizar la aplicación de herbicidas utilizando nuevas tecnologías que ayudan a localizar y controlar los rodales de las malas hierbas en las zonas del campo donde están localizadas, evitando actuar en el resto cultivo que se entiende está libre de infestantes.
  • El laboreo del terreno, cuya utilización se justifica en gran medida por su acción destructiva sobre las malas hierbas. Las labores de fondo destruyen la vegetación que se ha desarrollado después de la cosecha y entierran en profundidad las semillas de malas hierbas presentes en ese momento. Las labores secundarias controlan las pequeñas plántulas emergidas, permitiendo realizar las siembras en un lecho libre de malas hierbas.
  • En cultivo de maíz, el manejo del riego es una técnica bien conocida. Consiste en dejar pasar cierta 'sed' al cultivo durante las primeras semanas tras su emergencia, con intención de forzarlo a desarrollar su sistema radicular al mismo tiempo que se retrasa la emergencia de malas hierbas. Posteriormente, cuando se riega, se producen las emergencias de malas hierbas, pero el maíz ya ha alcanzado un estado de desarrollo que le permite ser más competitivo frente a estas plántulas arvenses recién emergidas.
  • La operación de siembra, realizada de forma correcta, permite establecer desde el principio un cultivo limpio y vigoroso. Para ello, es necesario partir de una semilla limpia de malas hierbas y de alta calidad y utilizar una máquina sembradora igualmente limpia de hierbas y correctamente mantenida, calibrada y operada. En cultivos de cereales de invierno, un retraso en la fecha de siembra permite destruir (mediante labores o mediante herbicidas) las primeras 'camadas' de malas hierbas que en muchos casos son las más peligrosas. Es el caso del vallico o el bromo, dos especies que tienen un periodo de nascencia muy corto al inicio del otoño.
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Entre las medidas curativas podemos indicar:

  • Tratamientos herbicidas. Debido a la amplia oferta de herbicidas disponibles en el mercado, la selección del producto más adecuado es una tarea difícil. En cualquier caso, es imprescindible seguir todas las pautas del uso correcto de herbicidas. Por un lado, en función de las especies arvenses que causan problemas en una parcela determinada, conviene utilizar el herbicida que ofrece mayores garantías de control en función de la sensibilidad estimada de cada mala hierba. Estos datos se pueden encontrar fácilmente en la bibliografía así como en los boletines técnicos de las casas comerciales, simplemente buscando los herbicidas registrados en cultivo de cereales de invierno (INTIA, 2017; Loureiro y col., 2015) o de maíz (Dorado y Fernández-Quintanilla, 2014) y la sensibilidad de las principales malas hierbas a estos herbicidas. Estos productos pueden aplicarse en diferentes momentos del cultivo (pre-siembra, pre-emergencia, post-emergencia temprana y post-emergencia tardía). En la actualidad se tiende más al uso de herbicidas de post-emergencia, siendo en general preferibles los tratamientos precoces ya que requieren dosis menores de aplicación y destruyen las malas hierbas antes de que estas lleguen a causar daños en el cultivo.
  • Tratamientos mecánicos. Existen algunos tipos de aperos especializados en la realización de labores de escarda en post-emergencia de cereales, como la grada de púas. Este apero no distingue entre el cultivo y la mala hierba, por lo que su utilización debe realizarse cuando el cereal está bien arraigado y las malas hierbas tienen un escaso desarrollo radicular. Este tipo de apero es apropiado para el control de dicotiledóneas, particularmente en sistemas de agricultura ecológica.

Referencias bibliográficas

  • Andújar, D.; Ribeiro, A.; Fernández-Quintanilla, C.; Dorado, J. (2010). Manejo localizado de malas hierbas en cultivo de maíz. Tierras 167, 60-68.
  • Conesa, J.A.; Recasens, J. (2015). Malas hierbas dicotiledóneas en maíz: reconocimiento en estado de plántula. Vida Rural 394, 34-41.
  • Dorado, J.; Fernández-Quintanilla, C. (2010). Malas hierbas habituales en cultivos de maíz. Tierras 167, 52-58.
  • Dorado, J.; Fernández-Quintanilla, C. (2014). Estrategias de manejo de malas hierbas en maíz. Vida Rural 377, 26-31.
  • Dorado, J.; Fernández-Quintanilla, C.; Grundy, A.C. (2007). Modelización de la germinación utilizando el tiempo hidrotermal: peculiaridades en Datura ferox. Phytoma 193, 38-41.
  • Fernández-Quintanilla, C.; Dorado J. (2009). Aspectos prácticos de la aplicación de herbicidas en cereales. Agricultura 914, 48-52.
  • Fernández-Quintanilla, C.; Dorado J. (2016). La gestión integrada de malas hierbas gramíneas en sistemas cerealistas. Vida Rural 418, 34-39.
  • Fernández-Quintanilla, C.; Dorado J.; Recasens, J. (2015). La gestión integrada de malas hierbas en cereales: estado actual de nuestros conocimientos. Phytoma 266, 29-34.
  • INTIA (2017). https://www.intiasa.es/es/explotaciones-agricolas/areas-de-interes/proteccion-de-cultivos/hierbas-y-herbicidas.html.
  • Loureiro, I.; Escorial, M.C.; Chueca, M.C (2015) Control de malas hierbas en los cultivos de cereal de invierno y maíz. Phytoma 66, 35-39.
  • Oerke, E.C. (2006). Crop losses to pests: Centenary review. Journal of Agricultural Science 144, 31-43.
  • Recasens, J.; Conesa, J.A. (2015). Gramíneas malas hierbas en maíz, su identificación en plántula: bases para reconocer en campo las principales especies. Vida Rural 390, 54-64.

Comentarios al artículo/noticia

#1 - Juan Antonio Calderón Mosteirin
28/07/2021 20:21:12
Magnífico artículo con fotos.Me es de gran ayuda.Gracias señores.

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