La fachada en Bogotá: de la tradición a la innovación
Hablar del paisaje arquitectónico de Bogotá es traer a la mente una referencia inmediata a un paisaje de fachadas compuesto por diferentes tonalidades de rojos, naranjas y terracotas. A lo largo de su historia, la capital colombiana se ha caracterizado por un arraigado uso del ladrillo a la vista, llamando así localmente al bloque de arcilla y arena que cuenta con altas prestaciones, como son la resistencia a la compresión, baja conductividad térmica, aislamiento acústico, absorción de agua, resistencia y durabilidad. Este ladirollo a la vista se emplea indistintamente para materializar las fachadas de edificios públicos, privados, comerciales o habitacionales. Ni siquiera la altura ha sido una limitante en el uso de este material, existiendo obras tan sorprendentes como las Torres del Parque de Rogelio Salmona, las cuales dan identidad al perfil de la ciudad (Torres del Parque).
A pesar de su laboriosidad de ejecución, las fachadas de ladrillo se siguen construyendo de forma intensiva, especialmente en los edificios de vivienda en donde este material tiene una fuerte connotación social de solidez que influye en la percepción del usuario respecto a la calidad y estabilidad de un inmueble (junto a la estructura compuesta por pilares, vigas y forjados de hormigón, las fachadas de ladrillo constituyen lo que localmente se denomina 'construcción tradicional'). La manufactura del material cerámico en zonas cercanas a la ciudad y la abundancia de mano de obra cualificada hacen que aún sea un sistema constructivo común, económico y viable, a pesar de su lentitud en los tiempos de ejecución y la gran cantidad de residuos generados en las labores de corte y acople de las piezas.
Pero en las dos últimas décadas, la introducción de nuevas variables ambientales y socioeconómicas ha generado un cambio considerable en la conceptualización de las fachadas de la ciudad:
- Cambio climático: La estabilidad climática de la que gozaba la ciudad permitía el uso de sistemas de fachada bastante simples, compuestos por una hoja simple, sin cámara de aire, en las que el material de acabado interior es el cerramiento mismo (ladrillo con revoco, yeso y pintura). Las ventanas también son de hoja simple, no tienen cámara de aire y no es común la utilización de elementos de control como las persianas o librillos. Sin embargo, actualmente se experimentan grandes fluctuaciones térmicas a lo largo del día. Debido a su gran altitud (2.600 metros sobre el nivel del mar), Bogotá tiene un clima frío de montaña, y por su baja latitud presenta una escasa oscilación térmica a lo largo del año. Las temperaturas regularmente oscilan entre los 6 y los 22 oC, con una media anual de 14 oC. Por ello, se hace necesaria una respuesta más dinámica de los cerramientos arquitectónicos, siendo de especial importancia la implementación de elementos y sistemas que permitan controlar la radiación solar, garantizar una adecuada ventilación y un correcto aislamiento térmico.
- Disponibilidad de nuevos materiales y tecnologías: La globalización y los acuerdos comerciales establecidos con diferentes países, han permitido la entrada de tecnologías, materiales y sistemas constructivos de altas prestaciones a precios muy competitivos, que han impulsado la cualificación de la mano de obra local y la normalización del uso de nuevos sistemas de fachadas.
- Certificaciones ambientales y parámetros de sostenibilidad: El mercado es cada vez más exigente en términos de sostenibilidad, pues a pesar de que no existe normativa alguna que determine unos lineamientos mínimos de obligatorio cumplimiento, ya es bastante normal encontrar edificaciones en las cuales se implementan sistemas que cumplan con los requerimientos establecidos en las diferentes certificaciones ambientales, las cuales además de garantizar la aplicación de estrategias encaminadas a la sostenibilidad en edificios son un fuerte reclamo comercial para muchos usuarios finales.
- Entrada de grandes operadores inmobiliarios en el sector: Colombia se ha convertido en foco de atención para muchos inversionistas y multinacionales que jalonan la calidad del mercado inmobiliario, por lo que se construye con niveles técnicos cada vez más altos y globalizados. Los edificios capitalinos están tendiendo a una conceptualización más sofisticada, semejante a las utilizadas en países más desarrollados, para poder satisfacer los requerimientos de unos propietarios y usuarios finales acostumbrados a unos estándares de construcción muy exigentes.
Hoy en día, a las técnicas tradicionales se han sumado nuevos sistemas constructivos en una simbiosis que permite mantener la identidad de la ciudad sin dejar de resolver las problemáticas actuales. Esta transformación es más evidente e intensiva en edificios de uso terciario, encontrando grandes innovaciones principalmente en edificios comerciales e institucionales, en los cuales han empezando a utilizarse tecnologías que permiten obtener unas prestaciones climáticas más consecuentes, una imagen más moderna y una considerable reducción en tiempos de ejecución. Las alternativas trascienden la mampostería, el ladrillo y el concreto, se utilizan colores diversos, materiales novedosos, contrastes en abundancia y texturas nuevas, que permiten que las fachadas sean más divertidas y amables a la vista.
Vidrio
El vidrio de color, transparente o reflectivo, ha sido empleado en las fachadas de edificios comerciales y corporativos desde la apertura económica de principios de los años noventa, generándose en aquella época más de una controversia, pues proliferaron los casos en los que este material se utilizó de forma indiscriminada sin tener en consideración el entorno ni el lugar. Por esta razón, una de las estrategias para minimizar su impacto ha sido emplear el vidrio con otros materiales como el mismo ladrillo, mármol o gres porcelánico (Bolsa de Valores de Bogotá).
Este material inicialmente es importado de diferentes países, y la demanda de su uso responde a las tendencias estéticas experimentadas y sus prestaciones medioambientales: con los vidrios coloreados se reduce la entrada del calor provocado por los rayos del sol, sin disminuir demasiado la luminosidad interior, lo cual rebaja los gastos en aire acondicionado y climatización (instalaciones cuyo uso no era común hasta hace muy pocos años en los edificios de la ciudad). La incidencia del ruido, la luz y la temperatura exterior se maneja con el tipo, el color y el espesor del vidrio que se utilice. Cada vez es más popularizado el uso del vidrio laminado (dos vidrios unidos por una película, neutra, coloreada o reflectiva, situada entre ambos como intercalario adhesivo), el cual protege mejor del clima y del sonido de afuera, aunque también reduce la luminosidad en el interior (Torre QBO, inspirada en el cubo de Rubick).
Otro de los factores que ha favorecido la implementación de las fachadas de vidrio (generalmente empleadas como fachadas flotantes) es su rapidez en la instalación y la seguridad: instalar los módulos prefabricados en una estructura oculta o ensamblarlos dejando los perfiles a la vista toma aproximadamente un tercio del tiempo requerido para cerrar la misma superficie con ladrillo. Sin embargo, la versatilidad ambiental, estética y constructiva del vidrio tiene un coste representativo en el mercado, pues el metro cuadrado de estos sistemas cuesta en promedio un 400% más que el metro cuadrado de fachada en ladrillo. Pero para muchas compañías es un gasto que merece la pena, pues este tipo de acabados proyectan en los propietarios e inquilinos de edificios corporativos una imagen de solidez, modernidad y eficiencia, valores que la empresas quieren proyectar a sus clientes y competencia. (Torre Argos. Ciudad empresarial Sarmiento Angulo).
Actualmente, el vidrio es uno de los materiales más utilizados, encontrando ya en diversos edificios la implementación de cristales desarrollados tecnológicamente que dejan pasar solo la luz y no el calor, manteniendo estable la temperatura del interior, o los vidrios autolimpiantes que son fabricados para evitar largas horas de mantenimiento ya que descomponen la suciedad orgánica con ayuda de los rayos ultravioleta.
Fachadas verdes
Los paramentos vegetales son utilizados generalmente en cubiertas y poco a poco se ha venido implementando en fachadas, siendo una de las aplicaciones más grandesdel país la fachada de un hotel en el norte de la capital, con 360 metros cuadrados y ocho pisos de alto de jardín vertical.(Hotel b3 Virrey). Este tipo de recubrimiento se ha hecho cada vez más popular, por lo que sus precios han decrecido y es más fácil encontrarlos en edificaciones de diferentes tipos como oficinas, clubes sociales y hasta edificios de vivienda. Su aplicación trae diferentes beneficios, pues además de enriquecer el paisaje urbano contribuye a disminuir el efecto “isla de calor” de la ciudad, y con su efecto de aislante térmico a reducir la demanda de aire acondicionado al interior de los edificios (bajando a su vez la contaminación del aire y las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con estos sistemas).
Fachadas flotantes
Diferentes materiales son empleados para generar una especie de “coraza” en la piel del edificio, los cuales además de agregar un valor estético diferente a los edificios representan una solución que permite aumentar el aislamiento acústico, mantener estables las temperaturas interiores, generar importantes ahorros energéticos y proteger el edificio de agentes externos como los rayos ultravioleta o el viento, aportando adicionalmente en la seguridad frente a hurtos o robos, un factor altamente valorado en la ciudad.
Debido a la ubicación geográfica de Bogotá (4o 35' 56" latitud Norte, 74o 4' 51" longitud Oeste), es necesario asegurarse de que el edificio no tenga fachadas en poniente, es decir, que la orientación sea norte-sur y no oriente-occidente. El trazado urbanístico no es muy consecuente con este criterio, por lo que cada vez es más necesario recurrir a elementos constructivos que permitan asegurar el control solar requerido. En muchos edificios se encuentran ya diferentes ejemplos de dobles fachadas con elementos de control solar, con los cuales se permite pasar la luz natural y se protegen las zonas de máxima asoleo en horas de la tarde. Se emplean cortasoles de diferentes materiales, paneles screen y segundas pieles de vidrio, entre otros. (Edificio EAN, Torre Terpel y Edificio Positiva).
Los paneles metálicos perforados son unos de los sistemas más versátiles, ya que permiten más personalización de las fachadas y tienen ventajas adicionales como su facilidad de instalación, su liviandad y limpieza, compatible con cualquier sistema constructivo tradicional. Estos elementos actualmente son comercializados incluso por fabricantes locales, permitiendo popularizar su uso en edificios de diferente uso y categoría. (Hotel EK y Universidad el Bosque).
Fachada del Hotel EK y detalle de la misma.
Las fachadas ventiladas, además de permitir la circulación de aire obteniendo mayor durabilidad de los materiales y generando el efecto chimenea, permiten el ahorro de hasta el 25 por ciento en gastos de energía en ventilación, son sistemas limpios en obra, y tienen una velocidad de colocación considerable pues según los expertos, se pueden poner hasta 250 metros diarios de material. En la ciudad se pueden encontrar ejemplos con materiales diversos como el gres porcelánico (comúnmente utilizado para la remodelación de la apariencia externa de edificios existentes), piezas cerámicas, placas laminadas de alta presión, paneles composite revestidos de madera natural, policarbonatos, superboard y paneles de aluminio. (Ampliación centro comercial Andino y Liceo Mayor Soacha).