La Planta de Tratamiento de Sant Joan Despí, patrimonio de Barcelona
28 de enero de 2011
En los años treinta del pasado siglo, la ciudad de Barcelona y sus inmediaciones, tales como L’Hospitalet o Badalona aún se abastecían de agua únicamente de los pozos subterráneos de los ríos Llobregat y Besòs y de una que otra captación en galería ubicada en Dosrius y en el Vallès. Sin embargo, en los años cuarenta, la demanda empezó a aumentar constantemente y en 1954 ya se estaban distribuyendo 275.00 m3 de agua. El agua subterránea no aguantaría mucho tiempo la fuerte industrialización de la zona, ni su reciente elevada demografía.
La opción más plausible para el momento eran los caudales superficiales del río Llobregat, por lo que la Sociedad General de Aguas de Barcelona solicitó una concesión de 2,2 m3 por segundo, y para ese mismo año, 1954, ya estaría lista la primera etapa de la Planta de Tratamiento de Sant Joan Despí. Después de algunas ampliaciones y concesiones adicionales, la planta inicial llegaría en 1962 hasta los 5,3 m3 por segundo de caudal. En 1968 se alcanzarían los 500.000 m3 diarios, por lo que el Ministerio de Obras Públicas inició a través de la Confederación Hidrográfica del Pirineo Oriental, la construcción de una canalización que iría desde el río Ter hasta Barcelona, a la par de la edificación de la planta de tratamiento ubicada en Cardedeu.
Actualmente, más de tres millones de personas se benefician de esta agua potable, pero hay que saber que se encuentra al límite de la capacidad del suministro existente y que por sus características propias se trata de agua bastante ‘dura’ y de una salinidad elevada.
Mucha agua ha de correr hasta poderla beber
Particularmente, la moderna Planta de Tratamiento ubicada en la localidad de Sant Joan Despí, desde su inauguración en los años cincuenta se ha ido amoldando a sus tiempos siempre con el fin de poder cumplir con el compromiso de abastecimiento y garantía sanitaria que los ciudadanos de la zona merecen.
Hace un par de años, en 2009, se puso en servicio un tratamiento mediante ‘membranas de ultrafiltración y ósmosis inversa’ de una fracción del agua tratada. Esta tecnología “permite garantizar el cumplimiento del límite sanitario fijado para los trihalometanos gracias a la eliminación prácticamente total de los precursores orgánicos e inorgánicos que provocan la generación de estos compuestos”, tal como explicó Oscar García Suárez, director de Marketing y Comunicación de Aguas de Barcelona.
Para que el agua pase del río Ter o del Llobregat y esté lista para ser bombeada hasta los hogares catalanes debe de ser captada directamente del río a través de unas rejas formadas por un conjunto de barrotes de hormigón armado. Éstas rejas tienen unas galerías excavadas que la llevan hasta la ‘Etap’, a la par que evitan la sedimentación de las partículas. Luego, vendrá el proceso de desarenado que busca eliminar las gravas y las arenas gruesas del agua mientras aceleran la velocidad de su paso, facilitando así la sedimentación de las arenas en suspensión. Después, se producirá el primer bombeo en dos pozos de seis grupos con bombas axiales y semiaxiales que elevan el agua hasta los 11 metros. En estas cámaras, se le añade el coagulante de sales de aluminio que aglutina las partículas hasta poder ser separadas por gravedad. Luego, en unos desagües se le pone dióxido de cloro que desinfecta y oxida metales nocivos como el hierro y el manganeso.
Justo después, se produce el segundo bombeo mediante cuatro ‘tornillos de Arquímedes’ que garantizan la circulación por gravedad del agua, y con esto, se separa en dos líneas independientes, una para su tratamiento por ozono y filtración de carbono activo y la otra para filtrarse a través de ‘membranas de ultrafiltración y ósmosis inversa’.
Al primer caudal tratado con ozono se le permite mejorar las condiciones organolépticas del agua (color, sabor y olor). Además, tiene efectos biocidas y oxidantes. Luego del ozono, vendrá el carbón activo granular que retendrá los compuestos orgánicos que se hayan colado, así como óxidos metálicos como el níquel. A la otra parte, y siguiendo las normativas legales vigentes, se trata con tecnología de membranas que retienen todas las bacterias, pero no los virus. Luego, nueve bombas transportan el agua hacia dos almacenes de 1600 m3 de capacidad.
A este agua, ya casi apta para el uso humano, aún habrá que equilibrarla calcocarbónicamente y se efectuará la cloración final. Finalmente, los caudales se acumulan en dos depósitos de 4.000 m3 que transportarán el agua hasta los nudos de la red de distribución y se impulsará a las centrales de Cornellà, Relleu (en Sant Joan Despí) y Gavà.
La Planta de Tratamiento de Sant Joan Despí tiene además, un anexo de laboratorios donde se practican análisis físicos y químicos para controlar la calidad del agua en crudo, la de las fases intermedias y la final. Por todo este estricto procedimiento obtuvo en diciembre de 2009 la certificación ‘ISO 22000’ que se traduce en la incorporación de un modelo estructurado de gestión preventiva del riesgo sanitario en la industria alimenticia.
Un espacio educativo abierto a toda la comunidad
Obedeciendo a la alta demanda escolar para visitar esta planta catalana, se creó en 2004 el Espai Educatiu, un lugar concebido para atender a grupos, con unos espacios destinados a facilitar contenidos teóricos y experimentales.
Este espacio, que tiene como finalidad que los alumnos disfruten y aprendan de todo este proceso ,recibe anualmente a unos 7.000 visitantes, desde alumnos de educación secundaria a estudiantes universitarios.
Es por esto, que la Planta de Tratamiento de Sant Joan Despí se erige como un valioso patrimonio de todos los habitantes, tanto de Barcelona como de su área metropolitana, buscando garantizar la sostenibilidad, la seguridad y la calidad del agua que consumen todos los que transitan por esta gran urbe mediterránea.