La protección del cultivo de maíz contra las malas hierbas, a debate
10 de marzo de 2010
El pasado 11 de febrero, más de 150 técnicos se acercaron al salón de actos de la Escuela de Ingeniería Agraria de la universidad leonesa para conocer, de primera mano, materias de interés en la plantación del maíz: posibles resistencias, cambios de flora, estrategias de control o la importancia de una buena aplicación de los tratamientos al uso. Se trataba de unas jornadas técnicas, a cargo de la Sociedad Española de Malherbología (Semh). José Dorado, científico titular del Centro de Ciencias Medioambientales del CSIC, inició el turno de ponencias. En su intervención, José Dorado habló sobre la evolución de la flora en el cultivo del maíz. En su opinión, las malas hierbas afectan, de forma negativa, a dichas producciones, compiten con ellas y generan problemas importantes de manejo. Asimismo, estas hierbas ‘invasoras’ reducen la calidad de la semilla y de la cosecha y dan cobijo a toda aquella fauna que produce plagas y enfermedades. Para el científico, existen muchas malas hierbas potenciales en la plantación de maíz, aunque la problemática atañe a un número bajo de especies, tanto de hoja ancha como estrecha. Las más perjudiciales se caracterizan por su larga vida, la posible presencia de un metabolismo C4 (característico de especies de clima cálido), así como su gran capacidad para producir semillas. Además, estas hierbas germinan de manera discontinua y algunas son capaces de tolerar los herbicidas.
Tras efectuar un repaso acerca de las especies de malas hierbas más habituales en el maíz, José Dorado hizo referencia a los factores que transforman la flora en este cultivo: el uso reiterado de una misma materia activa de herbicida que provoca una inversión de flora, seleccionando aquellas especies insensibles a dicho herbicida; la transformación de un sistema de laboreo convencional hacia un sistema de siembra directa y la rotación de cultivos. También, y aunque en España no están autorizados, el ponente recordó la introducción de variedades OGM (organismos genéticamente modificados), según el manejo, que ya se emplea en otros países.
Otro aspecto destacado de la intervención del científico, fue la atención a las especies ‘invasoras’ de malas hierbas: ejemplares alóctonos que acaban naturalizándose en los campos. Partiendo de esta perspectiva, la prevención constituye la única medida eficaz contra especies exóticas. Esta estrategia se pone en marcha a través de una red de colaboradores sobre el terreno que dan la voz de alarma si aparece alguno de estos ejemplares, así como una actuación rápida y coordinada de la administración, los técnicos en el campo y los agricultores.
Aparición de resistencias y posibles estrategias de control
A continuación, tuvo lugar una segunda ponencia a cargo de Andreu Taberner, del Servicio de Sanidad Vegetal de la Generalitat de Cataluña y la Universidad de Lleida y además presidente del Comité de Prevención de Resistencias a Herbicidas, dependiente de la Semh. Durante su intervención, Taberner citó los factores que, a su juicio, inciden en la aparición de resistencias: infestaciones densas; superficies tratadas de gran tamaño; especies prolíficas; uso frecuente de un mismo herbicida en sistemas poco diversificados; herbicidas con un solo mecanismo de acción así como todos aquellos que se degradan en la planta.
En general, las resistencias de las malas hierbas generan un coste económico para todo el sector, aunque también han dado lugar a inversiones importantes a la hora de investigar mecanismos de adaptación de las plantas. Sin embargo, Los métodos preventivos siguen siendo los más eficaces en la lucha contra las resistencias en malas hierbas. El uso sostenible de los plaguicidas y el manejo integrado de los cultivos servirán a dicho propósito. Pensando en el futuro agrícola, los Grupos de Prevención de Resistencias son básicos y ya existen tanto a nivel nacional (CPRH) europeo (EHRWG) y mundial (HRAC). En este sentido, y durante su intervención, Lorenzo Ortas, técnico especializado en malas hierbas de la distribuidora Agrigan (Huesca), hizo referencia a las estrategias de control. Así, el experto apuntó que aunque las malas hierbas pueden dar lugar a pérdidas en el cultivo, el maíz es una planta muy competitiva y, una vez desarrollada, es más difícil que sufra algún daño. En consecuencia, se debe tener especial cuidado de la misma sobre todo en los primeros estadios de crecimiento de la planta. A fin de controlar las malas hierbas, se pueden emplear labores culturales, herbicidas, variedades resistentes (Clearfield y OMGS) o rotaciones de cultivo. El control integrado es, sin duda, la mejor alternativa por lo que se debe conocer bien el problema: tipo de mala hierba, características del suelo y de la zona, entre otras.
Después de repasar los herbicidas actuales, la charla se detuvo en la aplicación de los mismos. Actualmente, se suelen efectuar dos aplicaciones de estos productos en fases de preemergencia y postemergencia. Para Lorenzo Ortas, tras la siembra los dos primeros meses son claves para permitir crecer bien al maíz. De igual modo, el técnico hizo algunas recomendaciones en materia de aplicación. Por ejemplo, durante la presiembra aconsejó añadir el herbicida con un riego o unas labores adecuadas. En situación de postemergencia insistió en que no se deberían tratar plantas con más de 8 hojas. De igual modo, desaconsejó el uso de estos productos en condiciones de stress de la planta o con temperaturas muy altas/bajas. Finalmente, recordó que siempre se debe tener cuidado con las mezclas, leer y seguir las instrucciones de la etiqueta al pie de la letra, respetar las dosis y regular bien los equipos de aplicación.
Aplicación de herbicidas según la nueva normativa de Uso Sostenible
Por su parte, Juan Antonio Boto, profesor titular de Mecanización Agraria de la Universidad de León, inició el tercer bloque de estas jornadas técnicas. Durante su discurso, Juan Antonio Boto disertó sobre la correcta regulación y el empleo de equipos de aplicación. Basándose en la nueva normativa de Uso Sostenible, Boto destacó que estos equipos deberán someterse a una ITV antes del año 2016. Este requisito supondrá un esfuerzo tanto para agricultores como para las administraciones. Igualmente, y en el momento de adquirir un equipo de este tipo, los usuarios deben exigir el cumplimiento de algunos aspectos: la barra de distribución debe ser horizontal, y en el caso que supere los 12 metros poseer un sistema de estabilidad que funcione correctamente; el distribuidor debe permitir al menos un sistema de regulación volumétrica; que no se produzcan elevadas pérdidas de presión del líquido entre la ubicación del manómetro de referencia y las boquillas y, por último, que estas sean las idóneas para la superficie a tratar.
Abutilon theophrasti, una mala hierba que perjudica, principalmente, al maíz. Foto: Bayer CropScience.
A la hora de aplicar los herbicidas existen una serie de datos, de la calibración de una aplicación, que figuran en catálogos de boquillas y pegatinas en los equipos. Se trata de información que relaciona el volumen de aplicación (l/ha), el caudal de las boquillas (l/min) o presión de trabajo (valor de presión y color de boquilla), la separación de boquillas en la barra (normalmente 0,5 m) y la velocidad de avance (km/h), obtenidos de una fórmula que vincula los cuatro parámetros. Un aspecto importante a tener en cuenta en la aplicación es la regulación de la máquina, que permitirá un reparto homogéneo en la dirección de avance, mediante la regulación del distribuidor para ajustar los parámetros de calibración, así como un reparto homogéneo en la dirección perpendicular al avance, a través de la regulación de la altura de la barra de tratamiento, esta última en función del tipo de boquillas utilizado.
Posteriormente, tuvieron lugar dos ponencias más a cargo de Julián Ayala, de Aimcra, que presentó su guía online de identificación de malas hierbas, y deJosé Ignacio Gómez, presidente de Fedisprove. Este último abordó la necesidad de una transferencia de tecnología entre centros de investigación, empresas, técnicos y agricultores. Desde Fedisprove se solicitaron canales de comunicación fluidos y eficaces para luchar, con mayor rapidez, contra las malas hierbas, reduciendo problemas y costes para el productor. Finalmente, se instó a que los técnicos trasladaran y facilitaran información técnica a los agricultores, así como una mayor concienciación sobre la utilización de estos productos y el respecto hacia el medioambiente. Las jornadas se clausuraron con un debate sobre la reducción de materias activas para luchar contra las malas hierbas y el tema de los organismos modificados genéticamente. En este sentido, se acordó que pueden ser una herramienta más en el manejo de resistencias, pero que se ha de abogar por una gestión responsable y controlada de este tipo de cultivos.